El conjunto defensivo de San Emeterio y San Celedonio se emplaza en un punto privilegiado sobre el río Cinca. Sus valores: magníficas vistas y valioso patrimonio. A escasa distancia la cara y la cruz de los efectos de las grandes obras hidráulicas, un pueblo anegado y otro afortunadamente restaurado. Para completar una de las atalayas más bonitas del Sobrarbe, Abizanda.
.Para el sábado por la mañana la propuesta es una caminata sencilla que culmina en la Ermita de San Emeterio y San Celedonio. A pesar de tener un nombre tan aparatoso, la visita al lugar es imprescindible si se quiere disfrutar de uno de los mejores miradores de la zona.
El punto de partida es la localidad de Samitier, a cuyo núcleo se accede por un ramal entre las localidades de Mesón de Liguerre y Mediano. El coche debe aparcarse en la población.
TIEMPO |
DESNIVEL |
DIFICULTAD |
45 min (ida) |
250 m |
media |
La continuación de la carretera es una pista en regular estado por la que se inicia la excursión. Su ascenso es suave y en poco más de media hora se alcanza la pequeña ermita de Santa Waldesca. Se encuentra restaurada y puede visitarse su interior donde destaca el colorido espacio de la bóveda de crucería salpicado con estrellas pintadas. Es un lugar ideal para realizar una pequeña parada y disfrutar de las magníficas vistas desde este lugar.
Un poco más adelante se toma un desvío a la izquierda que conduce al final de la caminata tras un repecho final. En la cresta rocosa se emplaza el conjunto defensivo construido en el siglo XI construido durante la Reconquista para defender la línea defensiva frente a los musulmanes. Consta de una ermita románica de tres naves, dos de las cuales además constan de cripta en su parte inferior. Su interior se puede visitar por completo y se encuentra perfectamente restaurado. Ramiro I, primer rey de Aragón, fundó el pequeño monasterio de San Emeterio del cual formaba parte esta iglesia.
Es necesario atravesar la ermita por su interior para acceder al resto del recinto defensivo, que se completa con una torre hexagonal en ruinas. La recompensa por el esfuerzo son las vistas en todas las direcciones. Paredes verticales hacia el desfiladero del Entremón, estrecho surcado por el río Cinca, y amplia panorámica hacia en norte con el embalse de Mediano y como telón de fondo de los Pirineos.
El sábado por la tarde se propone la visita a Abizanda, una población cuya vista desde la carretera sorprende al visitante. Es necesario acercarse para terminar de descubrir sus encantos. Tras dejar el coche en la plaza, se asciende a la zona más elevada del núcleo. Allí se encuentran la iglesia de la Asunción y la imponente torre defensiva. Adosado a la iglesia se puede visitar el Museo de Creencias y Religiosidad Popular, un interesante espacio para descubrir las creencias populares para la protección de fenómenos sin explicación mediante creencias y ritos.
A escasos metros se alza la imponente atalaya de 24 metros de altura. Fue levantada por constructores lombardos hacia el año 1023, bajo el mandato de Sancho III el Mayor. Una escalera exterior adosada accede a la primera planta, y tras recorrer su interior se alcanza su parte más alta por donde se accede a los cadalsos. Estas estructuras de madera situadas en la parte superior son la seña distintiva de esta torre, tras ser reconstruidos. Con el paso de los años la mayor parte de las torres han perdido estos elementos de defensa. Desde esta torre las vistas en todas las direcciones son amplias.
El domingo por la mañana se puede visitar la antigua población de Ligüerre de Cinca. La triste historia reciente de esta población pasa por la construcción del pantano de El Grado y su expropiación en los años sesenta. Tras su cesión al sindicato UGT ha sido rehabilitado por completo y reconvertido en un centro turístico. A pesar de conservar la arquitectura del lugar en buen estado, la vida al pueblo no ha vuelto, y sólo revive en la época estival con la afluencia de visitantes.
Antes de llegar, en la carretera, está el Mesón de Ligüerre, el cual sirve de lugar de encuentro de visitantes, con información, alojamientos y un camping. Tomando la carretera que parte desde este punto y un posterior desvío se alcanza el núcleo principal. Al entrar a la localidad se deja el vehículo en un aparcamiento y se accede al pueblo cuyas casas han sido reconvertidas en apartamentos. Destaca la iglesia, ahora sin culto, y más adelante una plazoleta con el edificio civil más importante, conocido como el Palacio. La plaza constituye un bonito mirador hacia el valle del río Cinca, ahora anegado por las aguas del pantano.
Para completar la visión de esta zona se puede acercar al río Cinca por la carretera anterior. En esta zona termina el embalse de El Grado, y a escasa distancia aguas arriba está la presa de Mediano. Es un pequeño tramo natural donde pueden verse las aguas del río es su estado natural el cual coincide con el Desfiladero del Entremón. Nada más cruzar a la otra margen se puede aparcar a la derecha.
TIEMPO |
DESNIVEL |
DIFICULTAD |
30 min / 50 min (ida) |
sin apenas desnivel |
baja |
Un poco más adelante, a la izquierda, nace un sendero que sirve para recorrer este tramo agreste del río. Tras un pequeño ascenso se introduce sin desnivel en el estrecho, y permite recorrer todo su trazado hasta la presa de Mediano. En una media hora aproximadamente se alcanza su tramo central más comprometido. Si no se quiere continuar el paseo habrá merecido la pena para descubrir este rincón donde es fácil el avistamiento de aves entre las paredes de 300 metros de altura coronadas con la ermita San Emeterio y San Celedonio.
Si se desea continuar la senda cuenta con un tramo excavado y unas grapas en la roca donde hay que extremar las precauciones, sin ser peligroso el paso ni necesitar ningún equipamiento. Ya cerca de la presa se atraviesan dos túneles con iluminación y se alcanza la presa, desde donde se divisa la mancha azul del agua en la cual aparece la torre del pueblo de Mediano, como muestra del pueblo ahogado en su interior. Bucólico pero triste. El recorrido de vuelta se realiza por el mismo trazado.
Y el fin de semana culmina con la visita a Mediano. En la actualidad se da el nombre al grupo de casas situadas junto a la carretera. En esta zona debe aparcarse el vehículo para acceder andando al pueblo viejo. Se toma una calle que nace a la izquierda del arranque de la carretera que conduce a la presa. Tras pasar junto a varias casas el camino cortado se introduce en el embalse. Para garantizar la visita al pueblo es preciso recurrir a la época estival, pero dependiendo del nivel del embalse cualquier época es posible para acercarse en mayor o menor medida. En todo caso merece la pena.
El recorrido por la antigua carretera puede costar entre un cuarto de hora y media hora. En el pueblo sólo queda en pie la iglesia, con la torre como testimonio que incluso emerge de las aguas con el embalse lleno. También un exconjuradero a escasos metros. El resto son las ruinas provocadas por la destrucción de un pueblo en el cual sus habitantes fueron obligados a marcharse, y que posteriormente fue derruido para evitar cualquier peligro. Triste historia que no debería repetirse.