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EXCURSIONES Hoya de Huesca/Plana de Uesca

Salto de Roldán, dos colosos en la Sierra de Guara

El Prepirineo aragonés está formado por una serie de sierras que delimitan la Hoya de Huesca/Plana de Uesca al norte. Entre las más importantes está la Sierra de Guara, coronada por el Tozal de Guara, que se eleva a 2.077 metros de altitud. En su extremo más occidental se emplaza el Salto de Roldán, una de las elevaciones más singulares de la sierra, perfectamente visible desde la capital oscense.
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La autovía mudéjar, eje que vertebra Aragón, conduce de manera directa al Prepirineo aragonés. Una vez bordeada la ciudad de Huesca se toma dirección a Sabiñánigo y Jaca. La ruta discurre en paralelo al apenas visible río Isuela, en dirección al congosto formado por éste a partir de Nueno. Abandonando la autovía en el acceso a dicha localidad, se toma dirección a Sabayés.

Tres kilómetros de carretera sinuosa y se alcanza esta pequeña población cuya silueta viene marcada por la torre almenada de su iglesia. Merece la pena dar un paseo por su calle principal, donde se conserva la arquitectura tradicional, descubriendo recoletos rincones y casas con sus escudos nobiliarios. En la parte alta se alza la iglesia de San Andrés. Una escalinata conduce al porche de dos vanos que cobija el acceso, bajo la robusta torre que sirve de campanario.

Avanzando por la carretera, a escasa distancia del casco urbano, se alza la ermita de la Virgen del Patrocinio. Tiene la curiosa advocación de la Virgen de Gallinano, en referencia a las gallinas que avisaron de la presencia de ladrones, según cuenta la leyenda. Está ubicada en un lugar con una magnífica vista del pueblo y el Tozal de Gratal a sus espaldas. Justo al lado se ubica el Espacio Salto de Roldán.

Un centro de interpretación donde poder obtener información sobre el territorio que lo rodea. Mediante pequeñas exposiciones se profundiza sobre la percepción de las plantas y su interacción con los animales. En el espacio exterior se complementa con un pequeño jardín botánico.

A menos de doscientos metros surge un cruce donde se toma un desvío a la izquierda. La carretera asciende por la ladera trazando acusadas curvas. Un nuevo desvío a mano izquierda conduce al pueblo de Santa Eulalia de la Peña, también conocido como Santolarieta. Antes de llegar se aprecia la bella estampa de sus casas escalonadas y rodeadas de abundante arbolado a los pies de los riscos que lo cobijan. Su trazado termina en un espacio donde se alza el local social, la fuente-abrevadero y la iglesia de San Mamés y Santa Eulalia.

Una puerta da acceso al espacio cubierto de un manto verde que antecede a la construcción, en cuyo lateral se alza una torre con amplios vanos. Su casco urbano conserva pequeñas y estrechas calles que todavía guardan la esencia de antaño.

Se propone una excursión que se adentra en el desfiladero labrado por el río Isuela entre Nueno y Arguis visto desde las alturas. El objetivo es alcanzar la ermita de la Virgen de Ordás.

TIEMPODESNIVELDIFICULTAD
1h 30 min (ida)450 mmedia

Para ello es necesario ascender por una calle cementada a la parte más alta del núcleo. Allí parte un sendero señalizado a Ordás. Entre muros de piedra va ascendiendo. Diez minutos más tarde se toma el ramal a mano izquierda, antigua vereda que surca una ladera cada vez más poblada de carrascas. En la zona más agreste se asciende de manera más acentuada hasta aproximarse a unas crestas rocosas desde donde se avista el casco urbano de Nueno. Ahora le sucede un tramo más cómodo adentrándose en un frondoso pinar. A los tres cuartos de hora de marcha se alcanza una pista. Tomándola en descenso se toma dirección a la ermita. Unos veinte minutos más tarde se abandona la pista para coger una senda que atraviesa un tramo de abundante vegetación.

Un pequeño ramal permite visitar el pozo de nieve de Ordás situado apenas a cinco minutos. Un pozo abierto recubierto de mampostería que servía para almacenar la nieve y extraer hielo que se comercializaba en la capital de Huesca. Retomando la senda sólo resta un cuarto de hora más para llegar hasta el edificio de la ermita. En este lugar hasta el siglo XVIII hubo un asentamiento del cual quedan ahora sólo la iglesia y el castillo. La ermita data del siglo XII, como así lo atestigua el crismón románico sobre la portada. El interior se compone de una nave cubierta por arcos apuntados. El altar que cobija a la virgen se cubre con bóveda decorada con yeserías. A los pies se alza el coro con restos de policromía original y la pila bautismal románica.

Desde la explanada parte una senda de aproximación al cercano castillo, ubicado en un espectacular espolón rocoso. Su ubicación responde al mejor lugar para custodiar el desfiladero. La fortaleza se compone únicamente de un muro de mampostería, abierto en su parte inferior por una puerta adintelada, el cual impide la única zona de acceso al recinto defensivo. Su extremo es un magnífico mirador del congosto del río Isuela. Al norte se divisa el casco urbano de Arguis, mientras que al sur las vistas se amplían con la Hoya de Huesca/Plana de Uesca a los pies de la Sierra de Gratal.

A la vuelta se propone tomar un itinerario diferente. Se vuelve por la senda hasta tomar la pista, ahora en trazado ascendente. Sin abandonar su trazado se llega a la parte más alta donde desaparece la vegetación. Poco más adelante hay un observatorio de buitres, con vistas al muladar cercano. Desde este punto las vistas en dirección al sur son amplias. La pista desciende y se alcanza un cruce de senderos señalizado. Sólo resta tomar el camino más directo a Santa Eulalia de la Peña. Cerca del casco urbano se alcanza el primer desvío tomado en el inicio de la caminata.

Para la tarde se propone la visita al lugar más espectacular de la excursión, el Salto de Roldán. Desde la carretera de acceso a Santa Eulalia de la Peña parte una pista asfaltada que tras un kilómetro de recorrido alcanza una zona de aparcamiento. Esta formación rocosa está compuesta por dos colosales peñascos de conglomerados de altura similar que escoltan el desfiladero formado por el río Flumen.

La aproximación en vehículo se hace a la peña de San Miguel, de 1113 metros de altitud. Enfrente la peña Amán que se eleva a 1114 metros. Las dos peñas fueron denominadas peñas de Sen y Men respectivamente, en cada una de las cuales hubo un castillo. La denominación actual parece más reciente. Este nombre alude a una tradición según la cual el noble francés Roldán, de los Cantores de Gesta, perseguido a lomos de su caballo habría salvado el espacio entre ambas peñas para huir de sus enemigos.

De la explanada parte un itinerario bien marcado. Se llega a un punto en el cual la senda discurre por una repisa. En ella hay que prestar atención al punto de partida de las clavijas que salvan el primer tramo vertical del ascenso. Se deslizan por la roca amoldándose de manera no uniforme. Se llega a otra repisa y nuevamente hay que superar un tramo vertical. Una escalera metálica ayuda a conectar con otro tramo de clavijas en este caso algo más complicado. En esta nueva repisa no queda más que continuar en dirección este para culminar el ascenso total en unos veinte minutos.

Antes de llegar aparece un torreón cubierto de vegetación, el cual servía para defender la parte más vulnerable de la muela. La primera construcción de la cima de la peña de San Miguel que aparece es un aljibe tallado en el suelo y de planta rectangular. La cima es prácticamente plana y carece de vegetación. En su parte central está situado el castillo de Sen. Del mismo solamente resta un edificio de planta rectangular. Son los restos de la primera planta de la torre del homenaje del castillo. Hacia el oeste aparecen los restos de la capilla románica del castillo que data del siglo XII. De ella apenas quedan los arranques de los muros en la zona del ábside y el perímetro de la pequeña nave rectangular.

La vista desde la cima es espectacular. Hacia el sur se puede apreciar toda la Hoya de Huesca/Plana de Uesca sin ningún tipo de obstáculo. Hacia el norte discurre el valle formado por el río Flumen con el Prepirineo que lo delimita y al fondo las cumbres del Pirineo. Es posible acercarse hacia el río Flumen para poder apreciar lo majestuoso del estrecho que separa ambas montañas, de unos trescientos metros de distancia. La altura hasta el cauce es de quinientos metros, con paredes prácticamente verticales. El espacio inferior entre ambas se denomina las Palomeras, topónimo procedente de las numerosas palomas que habitaban el estrecho.

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Vadiello, el espejo de la Sierra de Guara

En el curso intermedio del río Guatizalema surge el embalse de Vadiello, uno de los lugares con mayor encanto de la Sierra de Guara. En sus tranquilas aguas se reflejan las imponentes paredes rocosas que bordean este pantano. El nombre del río puede derivar de un término árabe que significaría río tranquilo, y se corresponde con su cauce, que atraviesa la sierra de norte a sur sin formar grandes desfiladeros.
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Para acceder a la Sierra de Guara es necesario abandonar la autovía mudéjar a la altura de Huesca capital en dirección a Barbastro. Por la carretera nacional se asciende disfrutando de la vista del castillo de Montearagón a la izquierda. Ya arriba debe tomarse el desvío a Loporzano, para lo cual es necesario un cambio de sentido. La estrecha carretera se interna en el somontano de la Sierra de Guara, tomando dirección a Vadiello. Poco a poco se adentra en el amplio desfiladero formado por el río hasta alcanzar un aparcamiento habilitado. Desde este punto se avista la presa de hormigón, que se eleva a setenta metros de altura sobre el cauce, en el congosto formado por el río Guatizalema.

TIEMPO

DESNIVEL

DIFICULTAD

2 h (ida)

200 metros

fácil

Justo antes de cruzar un túnel carretero, parte el acceso peatonal que conduce a la presa a través de un túnel abierto en algunos puntos. Ya en la otra margen una pista bordea el pantano y ofrece inmejorables vistas de los mallos de Ligüerri que sirven de telón de fondo al embalse de Vadiello. En el centro aparece el mallo de San Jorge escoltado a ambos lados por los aislados mallos del Puro y la Mitra, con desniveles verticales cercanos a los trescientos metros de altura.

Después de media hora de camino se alcanza la Cruz Cubierta, situada a escasos metros de la pista. La curiosa construcción es un esconjuradero que servía para ahuyentar las tormentas. Tiene planta cuadrada, abierta por los cuatro costados mediante arcos de medio punto.

Desde este punto parte una senda descendente que en media hora llega al Santuario de San Cosme y San Damián. Este tramo del recorrido es espectacular por su vegetación. Se trata de un bosque formado por carrascas, cuya abundante humedad las cubre de musgos y líquenes. La parte inferior la recorre un pequeño arroyo, que forma una pequeña cascada cuando lleva agua. En ligero ascenso la senda alcanza la pista de acceso al santuario. Es de propiedad privada y está vallado impidiendo su visita. Los santos San Cosme y San Damián son considerados los santos patronos de la medicina. Se conoce su existencia desde el siglo XIII, pero la construcción actual data de mediados del siglo XVIII. El conjunto de edificios forman una plaza rectangular. El lado más largo discurre bajo las paredes verticales de conglomerado, bajo la peña de San Cosme. En su interior la pequeña capilla tiene los muros encalados y la techumbre se adapta a la forma de la roca. Cerrando el espacio se levanta otro edificio, en cuya parte baja dos vanos de medio punto forman un porche. En medio de la plaza se alza una cruz de término de hermosa factura. El recorrido avanza por la pista, jalonada por un buen número de ermitas las cuales servían para ir recibiendo al devoto. Las dos primeras están en ruina y sólo se conservan las paredes. Poco después aparece la ermita de la Virgen de la Fuensanta. La construcción de ladrillo tiene al frente dos arcos de medio punto. Uno de ellos da acceso a la capilla con las tallas de San Cosme y San Damián. El otro acceso comunica con un recoleto merendero junto al pequeño manantial de aguas cristalinas.

La pista abandona el fondo del valle, y la vegetación se hace menos densa. La última de las ermitas, en advocación de la Virgen de Fabana, es la de mayores dimensiones. También se encuentra en mal estado, aunque todavía conserva la cubierta. Un poco más adelante, coincidiendo con una curva cerrada en la pista, aparece el cartel que indica la senda que conduce a El Huevo. En poco más de un cuarto de hora de senda se introduce en un umbrío carrascal. Se inicia el descenso encaminándose a un pequeño barranco. En un pequeño claro en el bosque, el único en todo el recorrido, aparece sorprendentemente el mallo más conocido como El Huevo. Oculta tras la peña de San Cosme, esta mole de conglomerado se levanta a unos cuarenta metros de altura. Su planta ovalada sugiere este nombre tan característico, con un diámetro de cuatro a cinco metros. Este es el punto final de la caminata y sólo resta volver a la presa de Vadiello por el mismo itinerario. Para poder realizar de manera más pausada el recorrido es recomendable llevar la comida y a la vuelta parar a comer en el merendero de la ermita de la Fuensanta.

Para la tarde se propone la visita una de las atalayas más espectaculares de la zona. Desde Vadiello se vuelve por la misma carretera hasta abandonar el desfiladero que conduce a la presa. Se toma el desvío que conduce a la localidad de Santa Eulalia la Mayor. La carretera serpentea entre campos de almendros hasta alcanzar la población. Una calle ascendente sirve de nexo de unión entre las viviendas dispuestas en una ladera. En ellas destacan bellas portadas decoradas. Se alcanza una plazoleta, cercana a la iglesia de San Pedro, donde puede dejarse el vehículo. Una calle en ascenso conduce a la ermita románica de Sescún, en la parte alta de la localidad. Cuenta con dos portadas de arquivoltas de medio punto, una de ellas decorada con puntas de diamante. Desde su parte trasera se accede mediante un corto paseo a los restos del castillo.

Se trata de un torreón cilíndrico. El origen de la construcción se remonta a finales del siglo XI, cuando Sancho Ramírez lo reconquistó. La torre está levantada a base de mampostería y sus muros tienen dos metros de anchura. Se accede a través de una escalera metálica exterior que alcanza una antigua puerta elevada. Ya en su interior otra escalera de caracol deja en la parte más alta. Se emplaza al borde de la garganta del río Guatizalema, con excelentes vistas del río y de la Hoya de Huesca.

Si se dispone de más tiempo, es recomendable la visita a la cercana ermita de Nuestra Señora del Viñedo. Volviendo a la carretera en dirección a Huesca, un poco más adelante aparece un cartel indicador a la derecha. Una pista cementada conduce al aparcamiento junto a un olivar de longevos ejemplares. Tras ellos se emplaza el conjunto arquitectónico formado por la iglesia y la casa del ermitaño. La fachada de la ermita es de piedra culminada en un costado por el modesto campanario. Anexo está el otro edificio, con porche abierto a dos costados mediante arcos de medio punto. En la primera planta se abre un balcón y varias ventanas. El conjunto se acompaña de un pozo y un crucero. En las proximidades se encuentra el molino aceitero, recientemente restaurado. Se conserva al interior la prensa de viga y el molino.

Ermita del Viñedo
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FINES DE SEMANA Ribagorza

Noguera Ribagorzana, el río más oriental de Aragón

El río Noguera Ribagorzana nace en las cercanías de la cumbre más alta de los Pirineos, el Aneto. Durante buena parte de su recorrido sirve de frontera entre Aragón y Cataluña. En su tramo medio se concentran dos poblaciones históricamente muy importantes para la Ribagorza. Sopeira con el monasterio de Alaón que hunde sus orígenes en el siglo VIII y Arén/Areny que cuenta con las ruinas de un castillo cristiano documentado en el siglo IX.
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Para acceder al valle del Noguera Ribagorzana es necesario alcanzar la población de Benabarre/Benavarri donde confluyen dos carreteras nacionales, una proveniente de Barbastro y otra de Lérida/Lleida. Una única ruta desciende desde este punto hasta el valle del Noguera Ribagorzana alcanzando Puente de Montañana/Lo Pont de Montanyana. Una vez recorridos poco más de veinte kilómetros desde esta población se toma un desvío a la izquierda para adentrarse en el barranco de Aulet. La última de las poblaciones es Betesa. Se emplaza en lo alto del valle, a 1100 metros de altitud. Como antesala al casco urbano, se alza la torre de la iglesia de San Juan Evangelista rodeada de un prado. Aunque de origen románico, apenas quedan restos y su fábrica actual se debe al siglo XVIII. Este pequeño enclave consta de una calle situada bajo el roquedo donde hubo una antigua fortaleza. En el arranque aparece un arco, y dicha calle termina en una plazoleta. En su trazado se puede saborear una arquitectura de montaña rústica y pintoresca al mismo tiempo.

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Desde esta localidad parte una pista que conduce a la aldea deshabitada de Santa Eulalia/Santolaria. Tras ascender y superar un pequeño portillo se alcanza la parte alta. Después de media hora de paseo, se pasa cerca de la iglesia, aislada del núcleo.

TIEMPO

DESNIVEL

DIFICULTAD

30 min (ida)

150 m

baja

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Es de factura tardo románica del siglo XIII. Se compone de una nave que culmina con cabecera semicircular. La portada está formada por dos arquivoltas, capiteles decorados y se completa con un crismón trinitario. Continuando un poco más adelante, sobre un escarpe rocoso se alza la única vivienda rodeada de sus construcciones auxiliares en estado de ruina. Sin embargo la vista de Betesa y el paisaje que lo rodea es suficiente para acercarse hasta este lugar.

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Para la tarde se recomienda la visita de Sopeira. El pueblo, con la sierra de San Gervás a sus espaldas y las casas apiñadas en una ladera que se deslizan hasta el río represado ofrece una bella estampa. Un paseo por su interior descubre calles estrechas y empinadas donde se pueden encontrar algunos rincones pintorescos por el aspecto tradicional de sus viviendas. También es posible acercarse al embalse de Sopeira, donde hay instalaciones deportivas y un embarcadero.

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Cerca del casco urbano se emplaza uno de los enclaves históricos más importantes de la Ribagorza. El origen del Monasterio de Alaón se remonta a una comunidad religiosa en época visigótica antes del siglo VIII. En el siglo IX se consagró el monasterio por el obispo Sisebuto, perteneciendo ya al condado de la Ribagorza. Durante este periodo fue llevado a cabo el cartulario de Alaón, un archivo de una gran importancia histórica que contiene la mayor parte de la documentación de los condados de Pallars y Ribagorza de la época carolingia. En el año 1068 el obispo Raimundo Dalmacio reorganizó el monasterio tras décadas de desorden eclesiástico debido a sus avatares históricos. Inició una nueva etapa en la redacción de documentos y participó activamente en la reconquista. La importancia del monasterio fue aumentando y participaba en asuntos políticos tanto de las cortes aragonesas como de las catalanas. A partir del siglo XVII las guerras hicieron que perdiera buena parte de los bienes que había ido adquiriendo tras siglos de esplendor. Finalmente la desamortización de Mendizábal puso el fin a la vida religiosa en el lugar. Del antiguo monasterio sólo resta la iglesia monacal llevada a cabo entre 1103 y 1123. Al exterior muestra las tres naves, más alta la central. Los muros están decorados con arquerías ciegas y sobre ellas una banda de ajedrezado jaqués, bajo el tejado de pizarra. En la parte trasera de la iglesia se levanta la torre, que data del siglo XVIII. Las tres naves se culminan por sendos ábsides semicirculares. En el interior el altar aparece elevado respecto al resto de la iglesia, y destaca por su pavimento original que luce colores blanco, negro, rojo, gris y amarillo, siendo uno de los más importantes en su especie debido a su antigüedad. Bajo el mismo se encuentra la cripta, único resto de la etapa constructiva inicial.

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Para completar la visita a este precioso enclave se puede realizar un agradable paseo que recorre el Camí de l´Aubaga. Partiendo de la parte trasera del monasterio, en unos cinco minutos se alcanza el Pont de Dalt. Este esbelto puente románico cuenta con tres vanos en gradación y muros que protegen el vial. En la margen izquierda del río, junto a la central hidroeléctrica, parte un camino que recorre la orilla del embalse de Sopeira. En su recorrido se atraviesa vegetación de ribera en su primer tramo, restos de antiguos olivos y más tarde bajo una zona más rocosa. A lo largo del recorrido se han acondicionado varios lugares de descanso siendo uno de los atractivos de este paseo las vistas del monasterio y del pueblo de Sopeira.

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Para el domingo se propone la visita de la población de Arén/Areny. El acceso a la localidad introduce directamente al centro. Allí se emplaza la iglesia de San Martín, construcción barroca que se levantó entre 1717 y 1730. Su elemento más singular es la torre de planta cuadrada en su primer cuerpo y achaflanada en el siguiente. A la izquierda parte la calle Mayor, la cual introduce en el casco antiguo a través del arco de San Simó. En este entorno abundan arcos, túneles y otros elementos arquitectónicos pintorescos. Pero el lugar más emblemático es la plaza Mayor. El perímetro aparece en su mayor parte porticado, con edificios civiles como casa el Chico, casa Pere Chuan y la Casa del Gobernador.

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Avanzando por la calle principal se pasa junto al antiguo ayuntamiento, convertido tras su rehabilitación en la sede del Museo de los Dinosaurios. De la antigua Casa de la Vila se conserva el portal dovelado y el escudo. En su interior alberga más de 500 m2 de exposición donde, a través de dioramas, objetos, reconstrucciones y audiovisuales, se viaja hasta un pasado de hace más de 65 millones de años con la ayuda de la paleontología. La visita al museo se puede completar sobre el terreno con un yacimiento de icnitas, situado en las inmediaciones del casco urbano. Para acceder al mismo se sale de la localidad por la calle de La Cruz. Al final, tras una nave industrial arranca el sendero que acerca en unos metros al yacimiento, donde se pueden observar varias huellas de dinosaurio.

Para la tarde se propone para completar la visión de la localidad ascender hasta las ruinas el castillo de Arén/Areny. Se toma un sendero que arranca de la parte alta de la localidad y se encamina a la fortaleza cristiana documentada en el año 823. Hasta el año 1740 estuvo activo, fecha en que dejó de tener gobernador propio. Ahora sólo quedan restos de sus muros defensivos y de un torreón rectangular. El elemento más visible a lo lejos es el esqueleto de la portada de acceso a la iglesia del castillo, acompañado de numerosas tumbas antropomorfas que se disponen a su alrededor. Las vistas desde el emplazamiento ofrecen una panorámica completa de la población y de su entorno.

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