El valle de Hecho/val d´Echo constituye uno de los valles que formaron el condado de Aragón, germen de lo que después se convertiría en reino y corona. Surcado por el río Aragón Subordán, en su cabecera destacan la Selva de Oza y Aguas Tuertas, entornos naturales de gran belleza. Sobresalen las poblaciones de Hecho/Echo, con su bien conservado conjunto urbano, y Siresa, que cuenta con uno de los monasterios más antiguos de Aragón.
El acceso a uno de los valles más occidentales del Pirineo Aragonés parte del enclave de Puente la Reina, cruce carretero en cuyas cercanías se unen las aguas del río Aragón Subordán y del río Aragón. A este punto se puede acceder desde Jaca y Pamplona por la nacional que une ambas poblaciones y que pasa por este punto. La carretera asciende en dirección al norte adentrándose en el valle de Hecho/val d´Echo. Tras recorrer 25 kilómetros se alcanza la capital del valle. Hecho/Echo es una población con gran raigambre cultural y que conserva un conjunto arquitectónico pirenaico de gran valor. La visita a la localidad arranca en la oficina de turismo, situada junto a la carretera que atraviesa la población. Aparte de la información práctica para la visita cuenta con un pequeño museo de arte contemporáneo que se complementa al exterior con un museo al aire libre. Emplazado en una ladera, las obras de arte son el resultado de un symposium internacional de arte que se celebró entre 1975 y 1984. A escasa distancia, al otro lado de la carretera, recibe al visitante una estatua esculpida de una pareja de chesos con su indumentaria tradicional.
Al fondo del irregular espacio donde se ubica parte una calle a mano derecha la cual atraviesa una plaza y que desemboca en la calle mayor. Por ella se asciende hasta casa l´Aduana, que sobresale por su portada de un arco de medio punto coronada por un frontón triangular con un escudo en el tímpano. En el paseo se saborea la arquitectura tradicional donde destacan fachadas de piedra, puertas doveladas, ventanas geminadas y aleros de madera.
Antes de alcanzar la travesía es necesario volver y seguir callejeando a mano derecha hasta llegar a la plaza donde se encuentra el ayuntamiento y la iglesia de San Martín. El edificio de origen románico fue reconstruido tras un incendio en el año 1808, durante la guerra de la Independencia. Uno de sus accesos cuenta con un pórtico y junto al mismo hay un espacio empedrado con cantos rodados. Constituye un magnífico mirador de la villa pirenaica desde donde poder admirar las cubiertas de teja tradicional salpicadas de chimeneas típicas. En el entorno de la plaza todavía quedan rincones pintorescos de gran belleza.
Para finalizar la visita se recomienda adentrarse en Casa Mazo, situada en una calle descendente. Se trata de una típica casa chesa, en cuya fachada destaca dos vanos geminados y puerta adintelada. En su interior, conservando la distribución original de la casa, se exponen instrumentos y aparejos del trabajo del campo, el traje tradicional cheso y un buen número de fotografías de época.
Para la tarde se propone la visita al antiguo monasterio de San Pedro. A dos kilómetros de distancia de Hecho/Echo se encuentra la pequeña población de Siresa. Su edificio más importante es uno de los monasterios más antiguos de Aragón, bien visible desde la carretera. Fue fundado por el conde Galindo Aznárez I alrededor del año 833. Contaba con más de un centenar de religiosos y una nutrida biblioteca. Durante los siglos IX y X recibió numerosas posesiones de los condes y monarcas tanto aragoneses como navarros. Con la expansión cristiana poco a poco fue perdiendo su importancia a favor de enclaves situados más al sur. Hasta nuestros días ha llegado únicamente la iglesia levantada en bajo influencia carolingia. Fue reformada en diferentes fases entre los siglos XI y XIII bajo estilo románico. Posteriormente sufrió diversas reformas durante los siglos XVII y XVIII.
En su interior cuenta con planta de cruz latina compuesta por una sola nave sobre arcos fajones que sostienen la bóveda de medio cañón. La cabecera semicircular, en la que se abren cinco arcos de medio punto, se cubre con bóveda de cascarón. Debajo de ella se aloja la cripta aprovechando el desnivel del terreno. La fachada más visible del monasterio, cuenta con tres vanos, y en la parte inferior cuatro arcadas de diferentes tamaños, una de ellas incluye la portada abocinada reformada en el siglo XVII. A los pies de la nave aparece una portada abocinada que se antecede de un pórtico compuesto por tres arquivoltas, con un crismón en su tímpano. Lo más antiguo del edificio lo constituye este nártex, sobre el que se dispone la tribuna en su interior, característico de las construcciones carolingias. Un paseo por el casco urbano permite disfrutar de una cuidada arquitectura popular, donde se entremezclan construcciones recientes y otras con siglos de antigüedad en perfecta armonía. Destacan algunas muestras de chimeneas tronconónicas.
De nuevo en la carretera principal, un kilómetro más adelante se encuentra el Centro de Interpretación del Megalitismo Pirenaico. El edificio corresponde a una antigua casa forestal. En la planta baja dispone de un bar con terraza, mientras que el espacio expositivo se encuentra en la planta alta. Allí se introduce en la llegada del hombre a la coordillera montañosa mediante un audiovisual y paneles informativos. Y en una segunda parte describe la importancia de los restos megalíticos encontrados en el valle de Hecho/val d´Echo, así como la descripción de los diferentes tipos.
Para el día siguiente se propone descubrir los encantos naturales del valle situados en la cabecera del río Aragón Subordán. Tras dejar atrás las poblaciones habitadas la carretera se adentra en el estrecho conocido como la Boca del Infierno. Tras cinco kilómetros de angosto y espectacular recorrido, el valle se ensancha. La espesa vegetación con bosques de pino y hayas cubren el paisaje dando lugar a la Selva de Oza. Está flanqueada por el Castillo de Acher y la Peña Forca, emblemáticas moles rocosas que superan los 2.300 metros de altitud. Este paraje aglutina una serie de servicios aprovechando la belleza de este paisaje. A escasos metros de la carretera destaca el haya de la Caseta Pascual, un monumental árbol de más de 23 metros de altura, bajo el cual se aloja la terraza de un bar.
La pista forestal avanza por el fondo del valle y surge el valle de Guarrinza a la vez que toma dirección a este. El arbolado se sustituye por laderas cubiertas de pastizales salpicados de abundantes flores. Ello permite ampliar la visión de las montañas pirenaicas. El recorrido alcanza el aparcamiento situado junto al barranco lo Barcal. Aquí es necesario dejar el vehículo y continuar a pie.
TIEMPO | DESNIVEL | DIFICULTAD |
1h (ida) | 250 m | fácil |
En la parte final de Guarrinza se encuentra el Mallo Blanco, una curiosa formación rocosa de gran volumen elevada junto al cauce. Se avanza por la pista hasta que se alcanza en poco más de media hora una senda. Su trazado acorta el recorrido de la pista y asciende directamente hasta un pequeño estrecho natural, donde se ubica un refugio. Una vez atravesado el Achar d´Aguas Tuertas se abre el precioso valle de Aguas Tuertas. Su fondo es plano, y el perfil en forma de “U” indica su origen glaciar. El río describe numerosos meandros, origen del nombre que se otorga a este valle. El escaso desnivel hace que las aguas discurran pausadas, y los encharcamientos sean abundantes dando lugar a turberas donde abundan las flores en primavera. A la izquierda, el valle se cierra, y el cauce se precipita por un escurridero que termina en una cascada. Junto a la parte alta de este sumidero está el dolmen del Achar de Aguas Tuertas. Data de finales del Neolítico, del III siglos A.C. Este ejemplo muestra la forma característica, con dos ortostatos y una losa de cubierta, y proporciona una de las más bellas estampas de este precioso valle pirenaico.
Para finalizar la visita al valle por la tarde se propone tomar el vehículo y volver en dirección a Hecho/Echo. Una vez superado la Boca del Infierno, parte a mano izquierda una carretera que atraviesa el puente de Santa Ana y se dirige al Refugio de Gabardito. En su trazado sinuoso y ascendente atraviesa un frondoso bosque. Al final aparece una gran pradera que permite las vistas de las cumbres del entorno, entre las que destaca la Peña Agüerri que se eleva a 2.283 metros de altitud. El refugio cuenta con servicio un bar y alojamiento, y en invierno es el punto de partida de recorridos de esquí de fondo.