En el curso medio del valle del Isábena y situada sobre un estratégico tozal se asienta la pintoresca población de Roda de Isábena. El aire medieval de sus calles sirve de antesala a su verdadera joya, la antigua catedral. En su interior atesora gran valor artístico ligado a su obispado y a la importancia de este santuario. A escasa distancia otros pequeños núcleos como La Puebla de Roda, Serraduy y Merli guardan también pequeños encantos.
Para adentrase en la histórica comarca de la Ribagorza, y partiendo de Barbastro, es necesario tomar la carretera nacional que tras cruzar el río Cinca se introduce en el congosto del Olvena. En pleno casco urbano de Graus parte la carretera que remonta el valle del río Isábena. Tras recorrer unos veintisiete kilómetros se llega al desvío que conduce a Roda de Isábena. Antes de entrar en el casco urbano un aparcamiento permite dejar estacionado el vehículo. El portal de Santa Ana es el acceso a la localidad. Un pasadizo con varios arcos abiertos, que constituyen balcones desde donde se puede disfrutar de una amplia vista del valle y la sierra de Sis como telón de fondo. Al atravesarlo se abre una plazoleta desde donde parten dos calles que ascienden de manera serpenteante. Es recomendable un paseo tranquilo para saborear el ambiente medieval de sus estrechas calles empedradas y sus casas de piedra. Al final se llega a la plaza mayor bajo dos pasos abovedados y entonces aparece majestuosa la antigua catedral de Roda de Isábena.
Durante la ocupación musulmana de la Península Ibérica, en el año 956, se crea el obispado de Roda que englobaba los condados pirenaicos de Ribagorza, Sobrarbe, Pallars y el valle de Arán. Durante dos siglos se mantuvo la sede episcopal. Con la toma de Lérida en 1149 se trasladó allí la nueva sede. En el año 956 el obispo Odisendo consagró la catedral levantada sobre los restos de un antiguo castillo destruido por los musulmanes. El ingreso a la catedral se realiza bajo un pórtico el cual data de 1728, que se abre a la plaza mediante cinco grandes arcos. En el interior del porche se encuentra el acceso principal, formado por seis arquivoltas con capiteles decorados. La puerta mudéjar data de principios del siglo XII y presenta decoración con lazos a seis. La torre se levanta en una de las esquinas de la plaza mayor. Tiene planta octogonal y se remata con cúpula piramidal. En el interior el templo presenta planta basilical de tres naves que se rematan con sendos ábsides semicirculares. Ante la cabecera de la nave central desciende una escalinata mostrando al completo una espectacular cripta. Fue construida por San Ramón en 1125. Está compuesta por tres pequeñas naves cubiertas por bóvedas de arista. En el centro de la cripta se encuentra el sarcófago de San Ramón. Se trata de una excelente muestra de escultura funeraria realizada en el año 1170. En los laterales del altar aparecen dos urnas de madera, en una de las cuales están los restos de San Valero.
El claustro fue construido en la primera mitad del siglo XII. Tiene planta cuadrangular y las galerías se cubren con un tejado que vierte las aguas de lluvia en el patio, en cuyo centro se encuentra un gran aljibe. En cada crujía se abren doce columnas cilíndricas sobre un banco corrido. Lo más llamativo del mismo es el conjunto de inscripciones funerarias, con casi doscientos epitafios de canónigos y personal de la iglesia, cubriendo buena parte de la arquería que forma el claustro. Alrededor se abren varias estancias: la sala capitular y el refectorio. La sala capitular aparece abierta al claustro mediante cinco vanos. En el costado norte del claustro se encuentra el refectorio que consta de una sala rectangular cubierta con bóveda apuntada sobre arcos fajones.
Una de las calles que confluyen en la plaza alberga la imponente cabecera de la antigua catedral. Los ábsides decorados al gusto lombardo presentan una banda de arquillos, descolgándose diversas lesenas que llegan hasta la parte inferior. Avanzando por esta calle se llega a un espacio abierto donde está el palacio prioral. Su fachada está formada por una arcada de medio punto y escudo sobre las grandes dovelas. Sobre ella una ventana con alféizar se culmina con una barbacana. Entre la casa prioral y la antigua catedral aparece un espacio en el cual se levantan los cimientos de la torre perteneciente a la antigua fortaleza. Pudo tener una altura de 40 metros y sus sillares fueron reutilizados en el siglo XVII para la construcción de la torre y el porche de la catedral. Un mirador con buenas vistas completa la visita a esta pequeña y bella localidad aragonesa.
Por la tarde se propone la visita a la cercana localidad de La Puebla de Roda situada a tan sólo tres kilómetros de distancia. Su estampa ofrece casas alojadas sobre un elevado montículo de manera longitudinal y escalonada. El enclave pudo surgir al asentarse los servidores de la catedral de Roda, junto a tierras fértiles y ribereñas del río Isábena. En la parte baja de la localidad parte la calle mayor, principal eje del pueblo. En su trazado rectilíneo y ascendente se pasa bajo varios pasos abovedados. El primero de ellos es el portal de Santa Bárbara, antigua entrada del pueblo. En un principio se abre una placeta y después la plaza de la iglesia. En uno de sus costados se levanta la iglesia del Santiago Apóstol. Presenta una gran fachada, que sirve de espadaña con dos vanos y óculo, y bajo la cual se abre un pórtico. La calle mayor continúa en ascenso hasta alcanzar las últimas casas. Se recomienda ampliar el paseo por esta pequeña localidad acercándose al cercano Puente de la Luz. Desde el inicio de la calle mayor, y como prolongación de la misma se alcanza en poco trecho el puente medieval. Se compone de tres ojos y se levanta esbelto sobre el río Isábena y a los pies de la localidad. En la otra margen y junto al río existe un área recreativa.
Para la jornada del domingo se puede ascender un poco más en el valle, en dirección al norte. En unos pocos kilómetros se alcanza la pequeña población de Serraduy. Sus casas se agrupan en torno al puente sobre el río Isábena, en ambas márgenes. A pesar de su reducido tamaño conforma un conjunto pintoresco. Atravesando el bello puente medieval que se alza sobre el cauce mediante tres arcadas de diferente tamaño se llega a los pies de una sencilla capilla. Desde este punto parten varias pequeñas calles. Una de ellas conduce a la fuente y el lavadero, emplazados bajo una visera rocosa, que da lugar a otro de los bellos rincones con los que cuenta esta localidad.
Tras la visita del Barrio del Pon de Serraduy, a escasa distancia parte una carretera local que aproxima al resto de barrios que forman este enclave. El primer ramal asciende hasta El Barri. Un poco más adelante parte el desvío que lleva a La Vileta, el cual debe tomarse. En la parte alta de esta pequeña aldea, a la derecha de una nave ganadera, arranca una pista. Siguiendo su trazado un agradable paseo de unos veinte minutos conduce a la Ermita de la Virgen de la Feixa.
TIEMPO |
DESNIVEL |
DIFICULTAD |
20 min (ida) |
100 m |
fácil |
A mitad de camino se alcanza un collado desde el que se adivina la faja donde se asienta la ermita, rodeada de árboles y escoltada por una muralla rojiza de la Sierra de Sis. El edificio actual fue construido en el primer cuarto del siglo XI. Cuenta con una nave de cinco tramos y bóvedas de cañón sobre fajones y pilastras adosadas. La cabecera fue recuperada tras la última restauración, y se antecede de un arco de traza mozárabe. Al exterior conserva dos puertas: una de arco de medio punto, y otra fechada en 1888 a los pies, sobre la que se abre un vano geminado. La ermita luce una espadaña compuesta por dos arcos de medio punto englobados por otro mayor a modo de alfiz, también de arco de medio punto. Desde este lugar las vistas hacia el sur son amplias, bajo las rocas habitadas por una numerosa colonia de buitres.
Para completar el fin de semana, para la tarde del domingo o incluso si sobra tiempo el sábado por la tarde, una buena opción será acercarse hasta Merli. Una carretera local que parte de La Puebla de Roda, sirve de acceso a esta pequeña población. Se asienta a media altura sobre el vertiginoso barranco de Bacamorta. En ambas márgenes se sitúan sus casas. En la parte más baja sobresale la Casa Turmo que data del año 1574. Posee una torre cuadrada de aspecto defensivo. La vivienda conserva diversas aspilleras y matacán sobre el acceso. En la parte alta del núcleo está la iglesia de San Antonio de Padua, en medio del vial que une las dos márgenes del barranco. Una cruz, en la placeta elevada antecede al acceso abovedado de la iglesia. La portada es románica del siglo XIII, y tiene motivos vegetales en la imposta y geométricos en los capiteles. Completa el conjunto una puerta de doble hoja, con decoración mudéjar similar a la de Roda de Isábena. A las afueras aparece una curiosa roca conocida como el menhir de Merli. Se accede por una pista en regular estado que parte justo antes de llegar al pueblo a mano derecha. A corta distancia, en el costado de un campo junto a la pista se alza la roca, de más de cuatro metros de altura. Se trata de una construcción megalítica coetánea a dólmenes y crómlech, datable en torno al 4.000-5.000 a. C. No presenta talla alguna y su función pudo ser funeraria, posiblemente marcando un enterramiento.