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EXCURSIONES Zaragoza

Bajo Huerva, un valle marcado por el paso musulmán

El río Huerva nace cerca de la localidad turolense de Fonfría, en la sierra de Cucalón. Recorre sus últimos kilómetros de camino a Zaragoza atravesando un valle muy humanizado debido al importante desarrollo urbanístico e industrial. Uno de sus rincones más bonitos está en Muel, población con un legado romano y mudéjar todavía presente. La visita se complementa con una visión desde la Plana de Zaragoza, rodeada de un paisaje estepario.
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En pleno casco urbano de Zaragoza se unen las aguas del río Huerva con las del Ebro. Para recorrer su último tramo es necesario salir de la gran urbe por la autovía mudéjar en dirección a Teruel. Su trazado discurre en paralelo a la vega de este río. Unos quince kilómetros hay que recorrer para alcanzar el primer destino, María de Huerva. La autovía debe abandonarse tomando la salida compartida con el acceso a Cadrete. Por la carretera nacional se alcanza la población. En la travesía surge una rotonda desde la cual la avenida Stadium y posteriormente la calle del Río que conduce sin pérdida hasta el cauce del Huerva. Un puente de hormigón permite cruzarlo, pero justo antes es necesario dejar el vehículo.

TIEMPO

DESNIVEL

DIFICULTAD

20 min (ida)

75 m

fácil

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Nada más cruzar a la otra margen se toma una pista a mano derecha la cual se introduce poco a poco en una rambla. Una vez recorridos trescientos metros, junto a una placa de propiedad privada, parte a derecha una senda que conduce al visible Castillo de María. Tras un repecho se atraviesan los restos de unas cuevas. En veinte minutos de recorrido se llega a los pies del promontorio rocoso, recortado a pico de manera vertical. El castillo musulmán de al-Marya es el más importante de la ribera baja del Huerva. Una senda permite recorrer todo su perímetro, con alguna zona donde deben extremarse las precauciones. Se accede a la plataforma de la fortaleza a través de dos pasadizos excavados con escaleras, que parten de una especie de cueva situada en un costado. En la parte alta aparece un aljibe, antes cubierto con una bóveda, y la torre, todo ello en un recinto ovalado de cincuenta metros de largo. La torre se encuentra en un extremo, y fue realizada en encofrado con piedra de yeso. Tres de sus lados todavía se elevan a bastante altura y conserva alguna aspillera defensiva. Desde este lugar elevado las vistas del valle del Huerva y su entorno son preciosas. Destaca la diferencia de tonalidades entre el verde de los campos que acompañan al río, y el color ocre del monte donde se asienta la fortaleza.

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La siguiente parada es la localidad de Muel. Se retoma la carretera nacional en dirección a Teruel. Unos doce kilómetros separan ambos pueblos. El germen de la población es un asentamiento musulmán. Tras la reconquista pasó a manos cristianas, manteniéndose la población musulmana. Así estuvo la situación hasta 1610, cuando se expulsó a los moriscos y se produjo una despoblación total. Ello afectó gravemente al gran número de alfares de la localidad. La actividad volvió y se mantuvo hasta hace unas décadas, cuando estuvo a punto desaparecer. La creación de la Escuela Taller y del resurgimiento de nuevos alfares ha devuelto esta antigua tradición a la localidad.

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Desde la antigua travesía parte una calle que se encamina a un arco, que sirve de  arranque a la calle Mayor. Por ella se alcanza la plaza España, donde se emplaza el ayuntamiento y varias viviendas que muestran la arquitectura civil tradicional. En un costado de la casa consistorial parte la calle que conduce a la iglesia de San Cristóbal. De la construcción destaca su torre mudéjar, donde se combina el ladrillo con los azulejos en perfecta armonía. Avanzando por la calle principal se alcanza el puente sobre el cauce del río Huerva. Un poco más adelante sorprende al visitante la Ermita de la Virgen de la Fuente. La mezquita construida por los musulmanes fue sustituida por una ermita levantada sobre una antigua presa romana. En el año 1766 la presa de Mezalocha, situada a cinco kilómetros, se reventó. Ello provocó tal riada que el agua llegó hasta una altura considerable, la cual está reflejada en uno de los muros interiores de la ermita. Tras su reforma la obra fue terminada en el año 1777. Su bella fachada está flanqueada por dos torrecillas. En su interior cuenta con una nave de bóveda de lunetos. Sobre el altar se levanta una cúpula, cuyas pechinas fueron pintadas por Francisco de Goya y Lucientes en 1770. En toda la nave conserva el zócalo de cerámica de Muel, más antiguo el correspondiente al altar.

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Uno de los atractivos de la localidad es el conocido como Parque de Muel. Ocupa el antiguo cauce del río Huerva, el cual fue anulado con la construcción de una imponente presa romana hace unos dos mil años. Tiene una altura de trece metros, formada por grandes sillares de piedra en hiladas horizontales que fueron unidos con argamasa. Bajo la presa un lago retiene las aguas que se filtran, y que con su aspecto cristalino permiten disfrutar del fondo cubierto por la vegetación subacuática. El resto del espacio, flanqueado por paredes rocosas, está cubierto por abundante arbolado. En uno de sus costados se levantó un edificio municipal con una vistosa torre, junto al antiguo molino. Un poco más abajo el cauce del río se precipita con dos preciosas cascadas. En la otra margen hay una zona de merenderos, a la cual se accede por un puente metálico. El parque se prolonga hasta los antiguos lavaderos, donde un puente permite el acceso al casco urbano de nuevo. Se trata de un espacio de gran belleza modelado por la naturaleza y transformado por el hombre desde la época romana, que constituye uno de los más bellos rincones del río en su ribera baja.

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Por la tarde se propone terminar de descubrir el entorno de la ribera baja del Huerva. Volviendo a Zaragoza por la carretera nacional hay que alcanzar la población de Cadrete. Una rotonda conecta con la salida de la autovía y sirve de acceso a la población a través de la avenida Juan Carlos I. Siguiendo las indicaciones del cementerio, y tras un quiebro a la izquierda y después a la derecha, se alcanza su puerta. A sus pies arranca la pista para la subida a la plana. En su primer tramo está asfaltada y poco a poco se convierte en una pista de tierra en buen estado. Al comienzo se suceden curvas en rápido ascenso adaptándose a la orografía. Después se suaviza el trazado atravesando zonas con campos de cereal alojados en pequeñas vales. Tras un repecho final, y después de haber recorrido 4,5 kilómetros, se alcanza la Plana de Zaragoza. Se trata de una gran superficie horizontal elevada a 600 metros de altitud. Desprovista de vegetación, los campos de cereal ocupan toda su superficie aprovechando la llanura. Desde hace unos años se compatibiliza el uso agrícola con el de producción energética mediante aerogeneradores. Se trata de más de 150 molinos distribuidos de manera uniforme por toda la muela conformando un paisaje peculiar, que genera una energía limpia. Justo al llegar a la muela, un mirador a mano izquierda es el lugar de descanso para los numerosos ciclistas que eligen esta ruta. Las vistas son amplias, con las formaciones de las vales en dirección al valle del Huerva, proporcionando una espectacular formación. A media distancia se divisa la ciudad de Zaragoza al completo. Y a lo lejos en días claros es visible el Moncayo, así como las sierras prepirenaicas. Al otro lado de la pista, bordeando un campo es recomendable acercarse hasta un hito de piedra desde donde se disfruta de otra vista. En ella destacan la vegetación a base de pinos que cubre las laderas, de camino a la ribera. También se divisa el castillo de María y más al fondo las estribaciones del Sistema Ibérico.

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Descendiendo por la misma pista, a unos tres kilómetros y medio desde el mirador, parte a mano derecha un ramal de pista que sirve de aproximación al Castillo de Cadrete. En medio kilómetro de recorrido bordeando el barranco de los Planos se llega a un lugar donde dejar el vehículo. Desde aquí sólo queda descender hasta el castillo de origen musulmán. La pequeña fortaleza se emplaza en un espolón, flanqueado por dos barrancos. Desde este punto hay excelentes vistas de la población de Cadrete y del valle del Huerva. Fue restaurado hace unos años y para su visita es necesario contactar con el ayuntamiento. El recinto más antiguo consta de la torre y un patio de armas con una cisterna. La robusta torre de planta cuadrada cuenta con sótano, cuatro plantas y terraza almenada, elevándose a doce metros de altura. En un plano inferior, y como continuación de la fortaleza, aparece el segundo recinto defensivo de mayores dimensiones. Todavía resta parte del muro que lo cercaba donde se abren abren aspilleras.

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Fuendetodos, mucho más que Goya

La localidad de Fuendetodos está ligada a la figura de Goya, ilustre pintor aragonés. Es imprescindible la visita a los museos dedicados a su figura. Sin embargo, cerca hay lugares de interés paisajístico que servirán para completar una visión no sólo artística, sino también natural de este pueblo.
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La visita a la localidad debe partir de la Casa del Grabado, situada en pleno centro. Recorrer el interior de esta casa tradicional acondicionada para usos expositivos nos mostrará parte del trabajo más significativo de Francisco de Goya: grabados de las series Los Caprichos, Los Desastres de la Guerra, La Tauromaquia y Los Disparates.

Avanzando por la calle se alcanza una plazoleta, frente a la cual se alza la modesta Casa Natal de Goya. En ella nació y vivió sus primeros seis años de vida. En su interior se puede apreciar el ambiente rústico y popular de la época. Tras permanecer muchos años en el anonimato, la casa fue descubierta por Ignacio Zuloaga. Después de la Guerra Civil tuvo que ser reconstruida, y en la actualidad su interior cuenta con mobiliario de la época que trata de evocar lo que fue en su día esta humilde casa. Si se quiere ampliar la visita y completar la mañana, junto a la casa natal está la Sala Zuloaga, que alberga exposiciones temporales, lo cual denota la gran actividad cultural de Fuendetodos. Un paseo por las calles invita a subir a la iglesia de la Asunción, desde donde se observa todo el casco urbano.

Una vez visitado el casco urbano es necesario coger el vehículo y tomar la carretera que conduce a Cariñena. En la parte alta del pueblo se emplazan las eras donde abundan pequeños edificios secundarios. Un desvío indicado por una pista acerca a la Nevera Culroya. En la localidad hay un buen número de estas curiosas construcciones, y ésta es la mejor conservada. Tras abrir la puerta se puede acceder al interior por una escalera de caracol. Sorprende la utilidad de estos edificios para la elaboración del hielo, cuando ahora en nuestras casas y en cualquier momento disponemos con facilidad del mismo.

Tras la comida se sale de Fuendetodos por una pista en buen estado frente a la calle Dos de Mayo, junto a las escuelas. Por ella se avanza en dirección a la Val de Santa María en continuo descenso. La primera parada se realiza a los tres kilómetros. A la derecha y cerca de la pista se puede apreciar la cabecera de la Hoz Mayor, cubierta en su fondo por abundante vegetación. Retomando la pista y sin dejar el trazado descendente y principal se pasa junto a la paridera de la balsa Nueva tras recorrer cuatro kilómetros y medio desde la carretera. Justo después de rebasarla se toma la pista de la derecha. Un nuevo ramal se aproxima a los campos situados poco antes de comenzar la Hoz Mayor.

TIEMPO

DESNIVEL

DIFICULTAD

30 min (ida)

sin apenas desnivel

baja

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Una senda se adentra en este hocino de un kilómetro de recorrido, flanqueado por paredes que alcanzan los cincuenta metros de altura. El lugar es sorprendente por la combinación de vegetación y roquedales que hacen inimaginable que este lugar pueda estar situado en medio del bosque mediterráneo que lo rodea.Volviendo a la pista principal, ésta atraviesa ahora un paisaje estepario sólo truncado por la boscosa Sierra Gorda, situada a la derecha. Poco a poco se advierte el arroyo de Zafrané y la grieta que se va originando en el terreno. Continuando por la pista y después unos diez kilómetros de recorrido total, se bordea una cantera hasta alcanzar un antiguo apeadero de la línea Zaragoza-Utrillas. A escasa distancia se puede disfrutar de una magnífica vista de este gran barranco, justo donde era atravesado por el puente de la línea férrea. Se conserva un espectacular pilar central de 42 metros de altura y los estribos en las dos márgenes. Desde este magnífico mirador se puede apreciar toda la magnitud de la Hoz de Zafrané. Su trazado ligeramente sinuoso muestra paredes desnudas, con abundantes oquedades. Mientras que su fondo apenas cuenta con vegetación, lo cual permite contemplarlo en toda su magnitud.

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