El río Aranda recorre uno de los valles de la comarca a la cual da nombre. Nace en la Fuente Lagüen, cerca de Aranda del Moncayo. En el tramo intermedio sus aguas bañan las grandes poblaciones del valle, en las que se concentra buena parte de la población y la tradicional industria del calzado. Su capital, Illueca, alberga la residencia de los Luna, donde nació el único papa aragonés de la historia.
Para acceder a la comarca del Aranda se toma dirección a Madrid desde la capital del Ebro. En pleno Sistema Ibérico y junto a la población de El Frasno parte el desvío que conduce al valle del Aranda tras pasar cerca de Sabiñán y Morés. El primer lugar de visita es Brea de Aragón. Tomando el desvío, una vez atravesados los polígonos industriales, se accede al centro de la localidad. En la plaza mayor se levantan los edificios del ayuntamiento y la iglesia de Santa Ana. La iglesia fue costeada por el Cabildo del Pilar, del cual dependía la población. En su interior las techumbres se decoraron en el año 1677 con yeserías, cuya obra pertenece a Juan de Marca.
Cerca, en la travesía, está el Museo del Calzado. Esta población es el origen de la industria del calzado de la comarca. A principios del siglo XVII contaba con varias tenerías, donde se maceraban las pieles para su posterior utilización. También se introdujo el cultivo del zumaque en la zona, de cuya planta se extraía una sustancia para curtir las pieles. Ya en 1835 la población contaba con un centenar de zapateros y salía una producción de 80.000 pares de calzado anuales. El museo cuenta con dos plantas en torno a un patio central cubierto. Un audiovisual recibe al visitante en la planta calle, donde además se muestra la fabricación del calzado de manera artesanal paso a paso. En la planta baja el tema elegido es el desarrollo industrial del siglo XX, que incluye la original puesta en funcionamiento de varias máquinas industriales. La mañana se puede completar con la visita a alguno de los almacenes de calzado situados en el polígono industrial de la localidad.
Por la tarde la visita se centra en la población de Illueca, que cuenta con más de tres mil habitantes y se ha constituido en el motor económico e industrial de la comarca. Junto con Brea de Aragón concentra la actividad industrial dedicada al sector del calzado. En el año 1680 se localizaban tres tenerías en la localidad. En la primera mitad del siglo XX se produjo un gran impulso con la diversificación del fabricado del calzado.
En 1263 fue entregado el señorío de Illueca a Jaime de Gotor. A principios del siglo XIV se emparentan las casas de los Luna y de Gotor, dando lugar a una de las casas más importantes de la Corona de Aragón. La familia de los Luna adoptó su nombre tras la toma de la población de Luna siendo rey Sancho Ramírez. Los señores de Illueca fueron personajes muy influyentes en la vida política aragonesa y desde el año 1550 son conocidos como condes de Morata. Ya en el año 1665 se venden los señoríos de Gotor e Illueca al marqués de Villaverde, cuya familia cedió hace unas décadas el castillo-palacio para su restauración. Entre los sucesores directos del enlace que unió las familias de Luna y Gotor aparece Pedro Martínez de Luna y Gotor, el papa Luna, el cual nació en 1328. Fue nombrado cardenal en 1375 por el papa Gregorio XI. A su muerte se produjo una serie de acontecimientos que desembocaron en el Cisma de Occidente, dando lugar a la elección de dos papas: Urbano VI en Roma y Clemente VII en Agnani que se trasladaría a la sede de Aviñón. Don Pedro de Luna apoyó a éste último, y al fallecer es nombrado papa con el nombre de Benedicto XIII, más conocido como Papa Luna, siendo el único papa aragonés de la historia. Con el concilio de Pisa en 1403 se nombró a un nuevo papa, Alejandro I. Ante la negativa de abdicar los otros dos se agravó la situación al haber paralelamente tres papas en disputa. Tras el concilio de Constanza en 1414 fue depuesto Juan XXII, sucesor de Urbano VI. Sin embargo Benedicto XIII, en sus trece no cedió en su postura inamovible, lo que le hizo perder casi todos sus apoyos. Por ello fue excomulgado por el papa Martín V y se retiró al castillo de Peñíscola. Falleció en 1423, cuando contaba con 95 años. Tras su muerte sus restos fueron llevados a su lugar natal. Durante la guerra de Sucesión fueron profanados y arrojados al río Aranda. Se pudo recuperar el cráneo, el cual se depositó en el palacio de Sabiñán, hasta su reciente robo. Tras ser recuperado está a la espera de su definitiva ubicación.
Una vez en Illueca se atraviesan sus barrios más recientes por la avenida de la Independencia. La señalización conduce al Castillo-Palacio del Papa Luna, emplazado sobre un espolón rocoso desde donde preside la población. Tiene planta rectangular de 65 metros de fachada principal, una de las más largas dentro de los palacios aragoneses. El edificio actual fue iniciado en el siglo XIV. En el siglo XVI se eliminaron las almenas siendo sustituidas por una galería típica aragonesa. El acceso principal se encuentra flanqueado por dos torrecillas circulares. En la parte baja aparece un arco de medio punto, entre pares de pilastras toscanas. Frente a él se dispone un mirador excepcional de la villa. Atravesando la puerta unas escaleras excavadas en la roca ascienden hasta un primer rellano donde parte la escalera principal que sirve de acceso a todas sus estancias. En la actual hospedería aparece una sala cubierta con friso de madera y artesonado con casetones, en la que está el mausoleo del Papa Luna, un oratorio llevado a cabo en el siglo XVII. Se trata de un pequeño espacio donde estuvieron depositados los restos del Papa Luna. Una vez alcanzado la parte alta de la escalera principal, se accede al salón principal conocido como la sala Dorada que data del siglo XIV. Cuenta con un friso mudéjar de yeserías caladas, y sobre él un artesonado policromado que se apoya en ménsulas bellamente talladas y doradas. En las vigas destaca decoración con los escudos de la familia Luna. En una sala contigua aparece la reproducción de un escritorio y de la biblioteca móvil del papa Luna, bajo un artesonado del siglo XV. La visita a la localidad puede completarse con un paseo por la población. A escasos metros del castillo, y en un plano inferior se emplaza la iglesia de San Juan Bautista. La obra inicial pertenece al siglo XIV, en estilo mudéjar. Desde la iglesia una calle descendente conduce hasta la plaza de España, en la que sobresale el ayuntamiento, un edificio de reciente factura con una peculiar torre. De nuevo se recomienda la visita a los almacenes de calzados situados en los accesos a la población para completar la visita a la localidad.
El domingo por la mañana se propone la visita a la pintoresca población de Aranda de Moncayo. Desde la carretera el acceso desemboca en la plaza mayor, flanqueada por edificios que muestran bellas y cuidadas fachadas. En un costado se levanta el ayuntamiento, cerca de un portal, perteneciente al antiguo recinto de la población. Un paseo por las calles empinadas y estrechas de su casco urbano descubre el pasado musulmán de la población. Una arquitectura discreta que ofrece rincones pintorescos que merece la pena saborear sin prisas.
Atravesando el arco de la plaza, una calle conduce hasta la iglesia de la Asunción. Una escalinata le sirve de acceso. Al exterior destaca su torre de ladrillo. Volviendo al arco, sin flanquearlo es necesario callejear hasta alcanzar la parte más alta donde se emplazan los restos de su castillo, el cual desempeñó un papel fundamental en la defensa de estas tierras fronterizas entre Castilla y Aragón. Del recinto defensivo se conservan un muro con almenas y restos de una torre. Subir hasta este lugar tiene como recompensa una amplia panorámica de la población y del valle del Aranda. Un poco más abajo se emplaza el mirador del embalse de Maidevera, un lugar excepcional para poder contemplar una vista de la cabecera del valle, donde se guardan las aguas necesarias para el riego y el abastecimiento de todo el Aranda.
La visita de la mañana se completa con un paseo que lleva al nacimiento del río Aranda. Desde la plaza mayor parte una calle descendente que pasa junto a una fuente romana, a escasos metros metros. Descendiendo se dejan atrás las últimas casas y se toma un estrecho camino que remonta el valle. El fondo se cubre con huertas y choperas, y se flanquea por laderas donde afloran las rocas que se cubren únicamente por arbustos. Tras media hora de agradable paseo sin dejar la pista se alcanza el paraje de Fuente de Lagüen. Un muro protege el espacio inferior donde afloran los manantiales de aguas cristalinas. Todas ellas se agrupan en una amplia balsa empedrada y se distribuyen por la vega mediante varias acequias.
La visita al valle del Aranda puede completarse el domingo por la tarde haciendo un alto de vuelta en Jarque de Moncayo. Un paseo por la parte alta de la localidad permite acceder sin dificultad a su castillo. Se trata de un conjunto defensivo llevado a cabo en el siglo XIV mediante mampostería sobre basamento de sillería en forma de talud. En la parte trasera, las dos esquinas se levantan con dos semitorres, las cuales tienen planta cónica. A pesar de su deterioro quedan algunas almenas de forma puntiaguda, siendo ésta una característica morisca. La puerta de acceso está orientada a la población. Se trata de un arco de medio punto con dovelas de piedra, desde donde se puede disfrutar de una vista completa de toda la localidad, alineada con el curso del río Aranda.