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Alto Gállego FINES DE SEMANA

Quiñón de la Partacua, un pedazo del valle de Tena

El valle de Tena estuvo dividido administrativamente en tres quiñones o demarcaciones durante los siglos XVI y XVII. Uno de ellos, el Quiñón de la Partacua, incluye las poblaciones situadas en la margen derecha del río Gállego: Tramacastilla de Tena, Piedrafita de Jaca, Búbal, Saqués y Escarrilla. Toma el nombre de la Sierra de la Partacua coronada por las cumbres de Peña Telera y Punta Escarra.
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La autovía mudéjar proveniente de Huesca permite un acceso cómodo al valle de Tena. Se deja en Sabiñánigo para tomar un tramo de nacional hasta Biescas. Y finalmente es necesario coger la carretera regional A-136 la cual vertebra a uno los valles más amplios y bonitos de la cordillera pirenaica.

Poco después de avistar el pantano de Búbal se toma el desvío a la izquierda que conduce a la población de Piedrafita de Jaca. Rodeando el pueblo, junto a las últimas viviendas, parte la pista forestal que conduce de manera cómoda al aparcamiento del Parque Faunístico de Lacuniacha. Se trata de un bioparque de unas 30 hectáreas de superficie que ocupa el bosque natural de La Pinosa. Ofrece al visitante a través de un recorrido de cuatro kilómetros y medio la posibilidad de conocer tanto la flora como la fauna que vive o vivió en los Pirineos. En la parte baja se atraviesa un bosque mixto en el que destacan pinos silvestres, hayas, robles, abedules y acebos. Mientras que la parte alta cuenta con una pradera subalpina con prados poblados de arbustos y flores de alta montaña. En cuanto a la fauna, todos los animales han nacido en cautividad y residen en recintos amplios, que son atravesados en su recorrido lo que permite caminar cerca de ellos. Cuenta con 15 especies diferentes con unos 120 individuos en total. Se trata de ciervos, renos, corzos y gamos, pertenecientes a la familia de los cérvidos; sarrios y cabra montés, de los caprinos; jabalí, muflón, lince boreal, oso, caballo de Przewalski, lobo ibérico y zorro común. A ellos se añaden los animales autóctonos que viven en el parque como son ardillas, marmotas, topos y diferentes aves. Todo se complementa con miradores dotados de buenas vistas de la Sierra de Partacua, así como del valle.

Foto cedida por el Parque Faunístico de Lacuniacha

Para la tarde se deja la visita de los dos pueblos más cercanos al parque faunístico y que formaron parte del Quiñón de la Partacua. Tras volver por la pista se hace un alto en Piedrafita de Jaca. Se trata de un pequeño pueblo de tradición pastoril. Desde el aparcamiento situado junto al ayuntamiento de la localidad, parte la calle principal que articula el casco urbano. En su trazado quebrado atravesando varias plazoletas parten cortos viales, configurando un conjunto arquitectónico típico de montaña. Sobresalen algunas viviendas, la más antigua de ellas Casa Silvestre fechada en el año 1640. El resto son posteriores pero ofrecen bellas portadas y conforman rincones pintorescos que bien merecen un tranquilo paseo. Al final del pueblo, junto a la carretera, se alza la iglesia de San Andrés. Su imagen actual se debe a una reforma de hace unas décadas. La piedra de sus muros y la pizarra del tejado mantienen el aspecto pirenaico de la construcción renovada.

Volviendo a la carretera regional, es necesario retroceder un poco para visitar la población de Búbal. Dio nombre al pantano ubicado a escasa distancia, pero ello provocó su total despoblación. El barrio bajo sucumbió con la construcción de la nueva carretera, y el resto se conservó siendo restaurado por el Estado para albergar un centro vacacional de estudiantes. Desde el aparcamiento parte una calle que pasa a los pies de la iglesia de San Martín, levantada en el siglo XVII. Destaca su maciza torre junto a la portada barroca de acceso. Un poco más adelante se abre una plaza, epicentro de la actividad estudiantil. Una calle al frente asciende entre edificios y muros que delimitan pequeños huertos. Toma dirección a un barranco que atraviesa un pequeño puente de piedra, un bello rincón que no debe dejar de visitarse. Al otro lado están los restos del antiguo molino.

El domingo se propone la visita a otras dos localidades cercanas. Desde la carretera regional que recorre el fondo del valle, parte un desvío hacia Tramacastilla de Tena. Debido a su importancia constituyó la capital del Quiñón de la Partacua. En las últimas décadas su casco urbano se ha ampliado con nuevas construcciones que mantienen la tipología pirenaica. El ayuntamiento marca el epicentro del casco urbano. Desde este punto una ruta circular por la zona más céntrica permite descubrir las casas más antiguas, las cuales conservan bellas portadas tensinas de influencia bearnesa. En uno de los extremos se alza la iglesia de San Martín, de origen románico. Cuenta con una gran torre cuadrangular de escasa altura como campanario.

Como perfecto complemento al paseo se recomienda la subida al Mirador de Santa Marina. El recorrido señalizado parte junto al ayuntamiento. Se deja el casco urbano mediante una escalera tras un edificio. Le sucede un sendero escalonado atravesando una ladera boscosa, y en menos de un cuarto de hora se alcanza la parte alta de la colina. Un espacio perfectamente acondicionado con vistas a la Sierra de la Partacua y al valle de Tena.

Después de atravesar el casco urbano, desde su parte más alta parte la carretera que conduce a Sandiniés. Se trata de una pequeña aldea que conserva perfectamente el sabor de antaño en sus calles. La carretera pasa junto al lavadero y la fuente, un buen lugar para dejar el vehículo. A escasos metros están las antiguas escuelas y la iglesia de San Ginés. Data de los siglos XVII-XVIII pero fue reformada hace unas décadas. Se inicia un recorrido que obliga a recorrer todos los rincones del pequeño núcleo. Durante el paseo por las empinadas y quebradas calles surgen pasadizos y callizos. Un paseo jalonado de portadas de gran belleza.

Es necesario alcanzar la parte más elevada del núcleo, de donde parte un sendero que conduce al Mirador Punta de las Eras. Atravesando una pequeña zona de pastizales ahora convertidos en lugar de recreo, se alcanza la parte más alta. Desde este punto se disfruta de una bella panorámica del casco urbano, con sus viviendas apiñadas, con el telón de fondo de la Sierra de Partacua. Pero también una amplia vista del valle de Tena.

Ya por la tarde se puede completar el fin de semana haciendo un alto en Escarrilla. La carretera es el elemento de conexión entre los dos barrios que formaban antiguamente este núcleo. Su casco urbano se ha ampliado con nuevos edificios y una amplia oferta de servicios para el visitante. Pero todavía se pueden observar algunos ejemplos de su arquitectura tradicional. Quizás el rincón más pintoresco se ubica en la parte baja, en el barrio del Plano. En la entrada de la población una estrecha calle conduce hasta Casa Maribuena. Su bonita portada forma parte de un conjunto de gran belleza. De camino al otro barrio se pasa junto al ayuntamiento, y en su parte alta la iglesia de San Pedro Apóstol. En el barrio del Vico, destacan algunas viviendas cuyo acceso tiene lugar por una calle paralela a la travesía.

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Ruta Tierra de Biescas, pedaleando por el Serrablo

Tierra de Biescas en un territorio formado por una amplia y extensa llanura surcada por el río Gállego. Al norte queda delimitado por las murallas rocosas de Sierra Tendenera y Sierra Telera, separadas por el congosto de Elena. En la zona central está escoltada por Punta Güé y el Monte Oturia. El arte serrablés constituye su elemento diferenciador, albergando ejemplos notables de este estilo románico tan singular.
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La Ruta Tierra de Biescas es un sencillo recorrido ciclista que tiene como punto de partida la localidad de Biescas y que termina en el mismo lugar. En su trazado se combina el asfalto de carreteras de poco tránsito y de las calles de la población, con la tierra de una pista en el trazado de vuelta. El desnivel es inapreciable en buena parte de su recorrido, a excepción de un pequeño repecho antes de alcanzar Lárrede. Estas características la convierten en un agradable paseo en el cual disfrutar del paisaje fluvial formado por el río Gállego.

LONGITUDDESNIVELPENDIENTEFIRMEDIFICULTAD
19 km (ida y vuelta)100 mvariablebuenofácil

La ruta tiene como punto inicial la plaza de España, centro neurálgico de la población de Biescas. Frente al ayuntamiento está ubicada la oficina de turismo donde poder obtener más información sobre esta bella población y sus alrededores. Tomando la carretera que conduce a Orós Alto se pasa junto al parque de la Conchada. Una vez dejada atrás la población se atraviesa el canal de evacuación de la central hidroeléctrica mediante un puente. A partir de este punto el recorrido coincide con la carretera que discurre por la margen izquierda del río Gállego. Tras recorrer dos kilómetros se atraviesa el barranco de Sía mediante un nuevo puente. Aparece encauzado para el control del caudal en caso de desbordamiento. Un poco más adelante se pasa cerca del núcleo de Orós Alto. El ciclista circula de una manera cómoda por una carretera que serpentea atravesando una gran llanura en la que abundan los campos de cultivo y los pastos.

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Poco después de superar los primeros cuatro kilómetros se atraviesa Orós Bajo. A escasos metros de la carretera se encuentra uno de los ejemplos del arte serrablés. Las iglesias del Serrablo tienen unas características comunes y se sitúan en un espacio reducido, en la cuenca alta del río Gállego. Fueron llevadas a cabo entre los siglos X y XI. Se caracterizan fundamentalmente por sus torres con similitudes a los minaretes musulmanes, el uso del arco de herradura en vanos y el alfiz, así como por la decoración con bandas y arquería ciega en sus ábsides. La iglesia de Santa Eulalia de Orós Bajo es una de las últimas manifestaciones de este estilo. Su ábside presenta arquería ciega que se apoya en columnas planas o lesenas.

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Una vez abandonada la población la ruta avanza en ligero descenso aproximándose al río, oculto tras la vegetación de ribera. En apenas dos kilómetros se alcanza un cruce de carreteras. Continuando por la margen izquierda se toma dirección a Lárrede. En un primer tramo se atraviesa de nuevo una zona cubierta por pastos, y un poco más adelante un pequeño ascenso sirve de antesala a la población que marca la mitad de la ruta. Lárrede posee la iglesia más importante del estilo serrablés. Cuenta con planta de cruz latina, al añadir dos capillas junto a la cabecera. El acceso está formado por un sencillo arco de herradura enmarcado por un alfiz. En su fachada luce además varias ventanas con arcos similares. La cabecera sigue la tipología del resto de iglesias. Y finalmente destaca su esbelta torre, con ventanas de tres arcos características de este estilo.

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Ya de vuelta, a poco más de un kilómetro de Lárrede, se pasa junto a la ermita de San Juan de Busa. Constituye uno de los ejemplos más emblemáticos de este conjunto de iglesias, rodeado de un espacio natural precioso. Su portada cuenta con dos arcos, uno de ellos decorado. Y la cabecera sigue los cánones del resto de iglesias serrablesas, con baquetones y arquería ciega.

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Se alcanza el cruce anterior, junto al cual está al área recreativa de Oliván, un espacio bien acondicionado donde poder realizar un pequeño descanso. Para continuar con la ruta circular es necesario atravesar el río Gállego por el puente de Oliván. Ya en la otra orilla una pista en buen estado recorre la margen derecha del río. En un primer tramo de poco más de un kilómetro la vegetación de ribera acompaña al ciclista. Le sucede un tramo de un kilómetro adicional en el cual atraviesa una plantación de chopos, un paisaje característico que acompaña a muchos ríos. Dependiendo del estado de la plantación, ésta puede ofrecer desde un bosque de árboles alineados de diferente tamaño hasta un paisaje deforestado en el momento de su tala.

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En el tramo final la ruta atraviesa el barranco de Arás. Primero se atraviesa el cauce abandonado y seco, por el cual el 7 de agosto de 1996 pudieron bajar 500 m3/segundo que arrasaron el camping de Las Nieves y sesgaron la vida de 87 personas. Un poco más adelante aparece el actual cauce regulado, atravesado por un puente. A partir de este punto se retoma el asfalto. Un camino aproxima a la población de Biescas, donde poco a poco van surgiendo las primeras viviendas. Se alcanza la avenida de Zaragoza, eje que vertebra la zona donde se agrupan las viviendas de segunda residencia del núcleo. Al final, con el sinuoso trazado de la calle Rambla de San Pedro, se alcanza el puente sobre el río Gállego. Éste conecta los dos barrios en los cuales tradicionalmente ha estado dividida la población. Al otro lado surge la plaza de España, punto de inicio y fin de la Ruta Tierra de Biescas.

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La escasa longitud permite realizar la ruta durante la mañana de manera pausada y disfrutando del paisaje. Por la tarde se recomienda un paseo por Biescas, una de las localidades pirenaicas más turísticas. Su desarrollo urbanístico y de servicios engloba un casco urbano partido por el río Gállego. En la margen derecha está el barrio de San Pedro, que se culmina con la iglesia que le da nombre. Fue reconstruida según estilo neoclásico en el siglo XX y luce una torre cuadrada visible en cualquier estampa de la población. En la parte baja del barrio, cerca del puente se encuentra la Torraza, el edificio civil más importante. Tras su restauración el interior cuenta con un espacio expositivo dispuesto en cuatro plantas. En la margen izquierda está el barrio de la Peña, coronado por la iglesia de San Salvador. De su fábrica románica se conserva sólo el ábside semicircular, siendo reconstruido el resto tras el paso de la guerra civil. En el recorrido por las calles no se debe pasar por alto algunos edificios de interés, entre los que destacan Casa Sebastián y Casa Pepe Estaún.

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Alto Gállego EXCURSIONES

Valle de Caldearenas, en el curso medio del Gállego

El río Gállego nace en la cabecera del valle de Tena, cerca del collado de Portalet. En su tramo medio discurre de manera pausada por el valle de Caldearenas. Le acompaña en su trazado el canfranero, un ferrocarril que trajo el esplendor a esta zona, y que hoy en día todavía resiste. Entre las localidades salpicadas en sus márgenes Javierrelatre y Lasieso conservan buenos ejemplos del arte románico.
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La autovía mudéjar, eje que vertebra Aragón de norte a sur, sirve de acceso directo al valle de Caldearenas. Una vez superado el puerto de Monrepós se alcanza Hostal de Ipiés, una pequeña localidad que aglutina varios servicios. En este punto parte la carretera que conduce a Caldearenas. A lo largo de once kilómetros en compañía del Gállego se alcanza el puente que cruza el río a través del cual se accede al casco urbano. Esta localidad es de origen relativamente reciente ya que sus primeras noticias datan del año 1646, cuando sólo había una casa con el mismo nombre. Con la llegada del tren a finales del siglo XIX fue adquiriendo importancia. Su casco urbano está disperso siendo el grupo más compacto de viviendas el que se encuentra frente a la estación de ferrocarril ahora en estado de abandono. Junto a la carretera se alza la iglesia de San Antonio, terminada a finales de la década de los cincuenta bajo las pautas del estilo románico.

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En la parte final del núcleo se encuentra la Harinera La Dolores. En el lugar donde antes hubo un pequeño molino, en 1925 comenzó a funcionar la nueva harinera, construida por Fermín Martínez. La elección del lugar fue determinante por el nuevo ferrocarril con conexión entre Zaragoza y Francia, así como por la cercanía al río Gállego, que aportaba el caudal necesario para aportar la fuerza motriz al molino. Dos audiovisuales y una muestra de numeroso material conservado a lo largo de su existencia sirven de introducción. El resto de la visita permite descubrir el excelente estado de la maquinaria, importada de Suiza. Además de poder observar esta joya se disfruta del añadido de poderla ver en funcionamiento. En la parte baja está la turbina y el eje central de distribución. En la planta calle y en la planta alta se pueden observar las diferentes máquinas que servían para convertir el trigo en harina de diferentes calidades. Un viaje al pasado para comprender cómo se realizaba el proceso de la producción de harina hace más de cincuenta años.

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Como complemento a la visita de la localidad se plantea un paseo por los alrededores. Junto a la harinera parte un camino que poco después discurre en paralelo al río Gállego. Tras media hora de camino arranca la Senda de Izarbe, en cuyo recorrido se pueden descubrir pinturas y mosaicos realizadas por Maribel Rey sobre las piedras, de tal manera que quedan integrados en el paisaje. El final lo marca una amplia pradera, después de una hora de camino. Allí una antigua paridera acoge el pequeño Centro de Interpretación de la Vida Pastoril. De vuelta se puede recorrer un pequeño ramal alternativo que en diez minutos de recorrido circular descubre otro grupo de pinturas.

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Para la tarde se propone la visita a dos localidades cercanas. La primera de ellas está situada a unos tres kilómetros, tomando la carretera que conduce a Anzánigo. Javierrelatre consta de dos barrios separados por la travesía. A la entrada de la población parte una calle que asciende hasta la parte alta. La iglesia de los Santos Reyes corona la ladera donde se asienta el pueblo. Se trata de una bella fábrica románica del siglo XII, de la cual se conserva sólo la cabecera. El ábside románico cuenta con tres vanos decorados sobre capiteles decorados con motivos vegetales y geométricos; una imposta ajedrezada bordea las arquivoltas. Se accede al interior mediante atrio en el que se abren dos accesos y un vano de doble arco de medio punto de estilo románico. Junto a la cabecera se alza la robusta torre prismática que se eleva ligeramente sobre el conjunto de la iglesia.

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El barrio bajo aglutina los mejores ejemplos de arquitectura civil con los que cuenta el núcleo. En una plazoleta que atraviesa la carretera sobresale la Casa Lanaspa, levantada en el siglo XIX. Se trata de una gran vivienda de cuyos tejados despuntan dos chimeneas troncocónicas. En un rincón se abre un arco de medio punto, en cuyas dovelas aparecen esculpidas variadas figuras. Da acceso a un patio empedrado, donde se encuentra el acceso principal.

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Para acceder a la segunda población es necesario volver a Hostal de Ipiés. Tomando dirección a Huesca, a escasa distancia y sin abandonar el núcleo, parte una carretera que en cinco kilómetros alcanza Lasieso. Su origen se debe a la fundación del monasterio de San Pedro de Lasieso en el año 1080. Sin embargo su vida fue corta y en 1247 fue extinguido convirtiéndose en iglesia parroquial. El edificio data del siglo XI, y tiene la peculiaridad de estar formado por dos iglesias adosadas, una mayor que otra. Ambas se culminan con ábsides semicirculares. El elemento más sobresaliente es la torre en cuya parte alta se abren vanos compuestos por tres arcos de medio punto. Bajo ellas aparecen otros vanos menores de dos arcos.

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El conjunto de viviendas se organiza en torno a una calle. Una vez superada la iglesia, entre la última de las casas y unos edificios secundarios se encuentra una necrópolis formada por tumbas antropomorfas. Datan del siglo X, y evidencian la importancia de este poblamiento durante los siglos altomedievales. Se compone de un conjunto numeroso, y entre ellas destacan muchas que por su tamaño pertenecieron a niños.

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