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Bajo Aragón CICLOTURISMO

Vuelta a las Saladas y la Estanca, alrededor de Alcañiz

Un viaje en bicicleta en torno a la ciudad de Alcañiz descubre una combinación de parajes que da lugar una geografía diversa. En ellos el agua, su uso y regulación, han determinado la configuración actual. Un recorrido que atraviesa la vega y huertas en torno al río Guadalope, las lagunas endorreicas de las Saladas de Alcañiz y el humedal de La Estanca de Alcañiz. Todo ello a escasa distancia de la capital del Bajo Aragón turolense.
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La ruta cicloturista propuesta conduce a Alcañiz, a la cual se accede por la N-232. Esta carretera nacional enlaza el mar Cantábrico con el mar Mediterráneo pasando por Zaragoza y Alcañiz. Una vez alcanzada la ciudad se puede dejar el vehículo en el entorno del río Guadalope, junto al puente que sirve de acceso al centro histórico de la población. En un pequeño parque situado a escasa distancia del puente se encuentra la fuente de los 72 caños. Éste es el punto de partida.

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Se trata de un recorrido circular, con punto de inicio y el final en Alcañiz, en la monumental fuente situada junto al río Guadalope. A lo largo de 33 kilómetros se atraviesa un territorio sin desniveles importantes. El itinerario combina el asfalto, en casi la mitad del recorrido, y pistas con muy buen piso.

LONGITUDDESNIVELPENDIENTEFIRMEDIFICULTAD
33 km
150 m0,45%buenomedia

Remontando unos metros la ribera por su margen izquierda se pasa bajo el puente. Junto a la pasarela peatonal se toma una calle que asciende hasta el camino de San Antonio. Tomando esta vía enseguida se pasa bajo las arcadas del acueducto del Molinillo, un antiguo molino de harina que fue transformado en una fábrica de lanas en el siglo pasado. A través de un camino asfaltado se abandona el casco urbano y comienza su recorrido flanqueado por huertas tradicionales. Hacia atrás hay buenas vistas del cerro Pui Pinos, donde se asienta el castillo calatravo que corona la ciudad.

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En un primer tramo atraviesa un pequeño túnel bajo la variante de la localidad. Se sigue de frente y al alcanzar el km 1,3 se gira a la derecha superando una pequeña acequia. Cuando se llevan dos kilómetros, en una zona de antiguas graveras, se toma el ramal derecho. En el km 2,5 se toma un nuevo desvío a la derecha. Se sigue por el camino principal bordeando una explotación ganadera que se emplaza a la izquierda. Una vez recorridos 3,6 kilómetros aparece un cruce múltiple. La pista asfaltada por donde se circula se junta con otra. A la izquierda parte otra de manera perpendicular que atraviesa una acequia por la cual se continuará. Poco después se toma la bifurcación a la derecha. En el km 4,7 se sigue al frente dejando la pista principal que gira a la derecha bordeando una gran casa de campo. La nueva pista en peor estado se debe mantener sin desvíos hasta llegar a cruzar el Canal de la Estanca y poco después la carretera nacional N-211. Se continúa al frente tomando una amplia pista en buen estado. El paisaje estepario ahora domina el horizonte. Tras un ligero descenso se divisa la cuenca donde se asienta la primera de las saladas, la Salada Jabonera. En uno de los costados se emplaza un observatorio de aves desde el cual se disfruta de una buena vista de esta cuenca endorreica.

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La pista avanza hasta llegar a un cruce donde debe tomarse dirección a la izquierda, en el km 7,4. En este nuevo tramo un olivar acompañará al ciclista por la derecha. En el km 8,6 se alcanza una pista principal. Girando a la izquierda en unos 200 metros se llega a la Salada Grande. A la derecha de la pista un panel interpretativo invita a realizar una parada para contemplar su extensión, en medio de un paisaje estepario, sin apenas vegetación de porte. Un poco adelante en la pista un indicador marca el ascenso a un mirador ligeramente elevado desde donde las vistas son más amplias.

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Retomando el itinerario, en medio de la gran recta, surge una pista a mano derecha en el km 10,5. Avanzando por el llano se alcanza un nuevo cruce a un kilómetro en el cual se toma el ramal derecho. Un poco más adelante se rebasa la Salada Pequeña, situada a la izquierda. Para aproximarse a su orilla hay que sobrepasar el campo que lo separa de la pista. Se avanza por la pista para alcanzar un cruce múltiple en el km 13,5. Allí se toma dirección a la izquierda. Continuando por la pista en el km 14,8 se toma otra que sale a la derecha y 200 metros después se toma un desvío a la izquierda. A poca distancia se alza la ermita de San Miguel, en estado de abandono. A los pies se alza una masía también en mal estado. La ermita conserva su fachada, en la cual despunta una gran espadaña de dos vanos. En su interior conserva los muros, así como los arcos que sustentaban la cubierta ahora inexistente.

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Se retoma la ruta sin dejar la pista por la que se circulaba y en el km 16,9 surge un nuevo cruce. Allí se toma el ramal derecho. 700 metros después se gira a la derecha y cuando el cuentakilómetros señala los 20 kilómetros se llega a la carretera nacional N-232. En este punto debe cruzarse y enfrente parte una nueva pista. En ligero ascenso se alcanza un punto que ofrece buenas vistas de los alrededores de Alcañiz. Comienza un suave descenso sin abandonar la pista principal que conduce a la carretera que sirve de acceso a Motorland, cuando se alcanza el km 22,3. Al frente continúa la ruta acercándose a la masa vegetal que oculta la Estanca de Alcañiz.

A 300 metros se coge a la derecha un ramal de acceso restringido a vehículos. Sin abandonar el trazado principal, la pista se adapta el perímetro sinuoso de la Estanca de Alcañiz. Hasta sus orillas llegan los pinares que la bordean. Son numerosos los lugares de descanso habilitados, así como varios miradores para observar las diferentes aves que habitan en este humedal.

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Tras alcanzar los 25,9 kilómetros se llega a un bar, que se acompaña de un parque infantil y de un pequeño club náutico. De los tres caminos asfaltados que arrancan en este punto se toma el central, el cual se acerca a una antigua canalización de hormigón. Junto a ella se discurre alcanzando el km 26,6, donde se gira a la derecha. Ahora se circula por una carretera asfaltada paralela al antiguo trazado del ferrocarril de la Vía del Zafán. Más adelante la carretera ocupa el recorrido ferroviario.

Junto al cementerio, se sigue al frente pasando cerca de la antigua estación de ferrocarril de Alcañiz. La carretera avanza y se pasa por debajo de un pequeño puente. A medida que se aproxima a Alcañiz, se disfruta de vistas diferentes de su casco urbano. Finalmente las viviendas se van acercando. Casi al final de la carretera, es necesario tomar la última bocacalle a la derecha que tras un quiebro desemboca en la avenida de Tortosa, tras haber recorrido 31,5 kilómetros. Se llega a una pequeña rotonda, y ahora sólo resta tomar a la derecha el Paseo Andrade que discurre en paralelo al río Guadalope por su margen izquierda. Cuando el cuentakilómetros marca los 33 kilómetros de recorrido total se alcanza el punto de partida.

Para la tarde se propone la visita turística a Alcañiz. Una de las ciudades más importantes de Aragón ofrece al visitante múltiples atractivos turísticos. El punto de partida está en la plaza Mayor, donde se emplaza la oficina de turismo. Desde su interior parte el acceso a los pasadizos medievales, donde además de los curiosos corredores se conserva una antigua nevera. Ya en la plaza destacan los edificios del ayuntamiento y la Lonja medieval. Cerca se emplaza la gran fábrica de la ex colegiata de Santa María la Mayor. Y en la visita es imprescindible subir hasta el castillo de los Calatravos, en cuyo interior hay un parador nacional, pero cuyas estancias históricas pueden visitarse. Entre todas las estancias destacan el conjunto de pinturas murales del siglo XIV, uno de los más destacados de Aragón.

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Bajo Aragón FINES DE SEMANA

Río Guadalopillo, regando las huertas de Molinos y Alcorisa

El río Guadalopillo nace en la sierra de Ejulve. Después va formando un valle con relieve poco acentuado. A la altura de Molinos, se le añaden los pequeños caudales de los barrancos de Santa Lucía, San Nicolás y Alta Hoya, los cuales conforman espacios naturales de gran interés en esta población. Una vez rebasado Berge sus aguas atraviesan el casco urbano de Alcorisa de camino a Calanda, donde desemboca en el río Guadalope.
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Para acceder a estas tierras turolenses desde la capital del Ebro es necesario tomar la carretera de Alcañiz. Justo antes de llegar a Híjar, nace la vía de acceso a Albalate del Arzobispo y Andorra. Por esta carretera regional se alcanza la población de Alcorisa, que se emplaza en la margen derecha del río Guadalopillo. En la entrada del pueblo está la iglesia de San Sebastián. Este edificio de austera fachada fue construido en 1783. En su interior alberga la oficina de turismo y el Centro de Interpretación de la Semana Santa, el cual acoge una muestra de elementos religiosos y un audiovisual. Avanzando por la calle Mayor se alcanza la plaza de los Arcos, cuyo nombre tradicional hace referencia a los porches que se abren en dos de sus costados. En ella se alza el ayuntamiento de nueva planta, pero de tipología aragonesa. A escasos metros está la iglesia de Santa María la Mayor. Se trata de una fábrica gótico-barroca del siglo XVII. Al exterior destaca su portada de dos cuerpos flanqueados por columnas salomónicas, y su torre que se eleva en cinco tramos de ladrillo y se corona con un esbelto chapitel.

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Uno de los grandes acontecimientos para la población es la Semana Santa, con la representación del Drama de la Cruz, en la que participan quinientas personas del pueblo vestidas de la época, para representar los últimos momentos de la vida de Jesús. Desde la plaza de la iglesia parte el recorrido del Calvario de Alcorisa. Se trata de un precioso camino empedrado que asciende hasta la parte alta de los riscos que bordean la población. Se encuentra flanqueado por peirones y pequeñas ermitas que muestran las estaciones del calvario. Tras un cuarto de hora de pausado ascenso se alcanza la ermita del Santo Sepulcro, llevada a cabo en el siglo XVI. Es un edificio de traza barroca, sobre cuyo acceso se alza una espadaña de ladrillo. A escasos metros se encuentran las tres cruces de madera, punto final del calvario. El paseo continúa acondicionado hasta la pequeña ermita de San Juan, levantada en 1919 tras la destrucción de la anterior durante la guerra carlista de 1873.

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Para la tarde se propone la visita a la población de Molinos, situada a unos trece kilómetros. Recibe al visitante el barranco de San Nicolás, que toma el nombre de la pequeña ermita situada en un costado. Sus paredes verticales se unen por un puente bajo el cual se precipita una cascada con salto de unos treinta metros. Un poco más adelante están los antiguos lavaderos en cuyo interior hay dos salas expositivas, que muestran tanto la riqueza natural de la zona como los hallazgos de animales y humanos de la cueva de las Graderas. Una calle recta, desemboca en la plaza porticada. Cercada por arcos apuntados y de medio punto, guarda el pavimento de cantos rodados bajo los soportales. En la misma plaza se levanta el ayuntamiento que luce un magnífico alero de madera de dos vuelos. Completando la plaza se alza la iglesia de Santa María de las Nieves, una construcción terminada a finales del siglo XV. Cuenta con una nave compuesta de tres tramos y cubierta con bóveda de crucería estrellada. Sobresale la portada principal compuesta por cinco arquivoltas englobadas en un arco conopial.

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Desde la plaza una escalinata conduce al poyo ambasaguas. En este trayecto se encuentra el acceso a una sala donde se expone una muestra de escultura y dibujo del artista contemporáneo Eleuterio Blasco Ferrer. En lo alto estuvo el castillo, cuyo actual muro delimita el espacio ajardinado dando lugar a un bonito parque, con magníficas vistas a su alrededor. Allí se levanta la torre de la iglesia parroquial, de manera aislada. A escasa distancia se encuentra la ermita de la Soledad que se cubre con un cimborrio octogonal, el cual se cubre con tejas. Se desciende de nuevo y contigua a la plazoleta anterior se abre otro espacio porticado. La plaza mayor constituye uno de los lugares más pintorescos de la población, en la que se abren dos costados con arcos de medio punto y apuntados. Se cierra la plaza con el lateral de la iglesia parroquial, donde está la segunda portada gótica. Desde una esquina de la plaza parte la calle que conduce al portal del San Roque, sobre el cual se abre una capilla.

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Para la mañana del domingo se propone la visita a la cueva de las Graderas, más conocida como Grutas de Cristal. Fueron descubiertas por un grupo de espeleólogos en el año 1961. La carretera que conduce a Castellote bordea la población por la parte alta. De ella parte un camino asfaltado de cuatro kilómetros que alcanza las grutas emplazadas en el barranco de las Graderas. Desde el aparcamiento una escalinata asciende hasta la boca de la galería. En su interior constan de un recorrido de más de seiscientos metros en los que aparecen dos grandes salas. La primera en visitar en la Sala de Cristal, de mayores dimensiones. Destacan las estalactitas, estalagmitas y estalactitas excéntricas. El resto está formado por coladas, columnas y formaciones arborescentes, que completan un espectáculo natural de formación kárstica sobre roca caliza. Después se desciende mediante una escalera de caracol a la Sala Marina. Además de parecidas formaciones, destaca por otras que cubren amplias superficies y que simulan a los corales marinos. En ellas se han encontrado además restos de pequeños mamíferos, grandes animales como el oso de las cavernas y huesos de humanos, entre los que se encuentra la mandíbula de un homínido.

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En la misma mañana hay tiempo suficiente para visitar otro atractivo natural, en este caso al aire libre: el Pozo del Salto.

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TIEMPO

DESNIVEL

DIFICULTAD

30 min (ida)

0 m

fácil

Un kilómetro antes de alcanzar la población de Molinos parte una pista a mano derecha que conduce a unas granjas. La pista principal cruza el cauce del barranco, y en tres kilómetros alcanza la ermita de Santa Lucía, recostada a mano derecha. Una parada permite visitar el edificio del cual sobresale su esbelta torre de ladrillo. También a escasos metros también puede admirarse un gran ejemplar de carrasca. Continuando por la pista, en apenas un kilómetro arranca un sendero junto a una paridera donde se puede dejar el vehículo. Rodeando unos campos se encamina a las choperas situadas junto al cauce. Se pasa a la margen derecha, y poco a poco el barranco se va estrechando. Media hora por la senda y se alcanza el precioso rincón donde cae una cascada con una balsa en la parte inferior.

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Se puede completar el fin de semana en la cercana localidad de Berge. Desde la plaza del ayuntamiento, y atravesando el portal-capilla situado enfrente se abandona el casco urbano en dirección al río Guadalopillo. Una pista señalizada desde la localidad conduce a la ermita de la Virgen de la Peña. Este santuario está enclavado en un pintoresco lugar, con un sinuoso y empinado acceso, a unos dos kilómetros al sudeste. A los pies de la colina hay una explanada donde es recomendable dejar el vehículo. Arranca una pista cementada que asciende y se introduce en la plaza, cerrada por tres edificios y en la que se alzan grandes cipreses. La ermita es una sencilla fábrica con acceso cubierto con pequeño porche. También cuenta el santuario con el edificio del albergue que cierra otro de los costados de la recoleta plaza. Tras la iglesia hay un mirador con excelentes vistas del valle del río Guadalopillo.

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Comunidad de Calatayud FINES DE SEMANA

Manubles y Ribota, riberas de castillos y mudéjar

Los ríos Manubles y Ribota, afluentes del Jalón, conforman dos valles paralelos que se tienden en dirección a Castilla. La ribera del Manubles destaca por el amplio catálogo de fortalezas que sirvieron para la defensa de Aragón frente a los castellanos en el siglo XIV. Mientras el arte mudéjar sobresale en la ribera del Ribota, con las iglesias de Torralba de Ribota, Aniñón y Cervera de la Cañada.
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En esta propuesta se propone adentrarse en las tierras de la Comunidad de Calatayud. Para ello es necesario tomar como punto de partida la capital bilbilitana, la cuarta ciudad en importancia de Aragón por detrás de las tres capitales de provincia. Desde Calatayud se toma la carretera nacional hasta llegar a Ateca. En el arranque de esta población nace la ruta que recorre la ribera del río Manubles, afluente del río Jalón. La primera parada tiene lugar en Moros, cuyo topónimo recuerda a sus primeros habitantes. Su huella quedó patente en la trama urbana, un enrevesado conjunto de calles muy estrechas dispuestas en una ladera. El acceso rodado desemboca en el Portillo. Desde este punto parte una calle que vertebra la parte alta de la localidad, donde se encuentra la iglesia de Santa Eulalia de Mérida. A partir de este lugar se puede iniciar un recorrido descendente y sin un camino definido por el laberinto de calles que conservan intacto el ambiente musulmán del emplazamiento, y donde no es posible el paso de vehículos. Pero sin duda alguna es imprescindible, ya sea caminando o mediante el coche, descender hasta la vega. Para ello, desde la carretera, una vez sobrepasado el acceso principal parten otros dos caminos asfaltados que bajan a la vega bordeando por completo el núcleo. Desde el puente del Collado se aprecia la estampa más bonita de esta localidad.

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Volviendo a la carretera se remonta el valle. A unos once kilómetros surge la segunda localidad en la que se propone una parada. Las viviendas de Torrijo de la Cañada se agolpan a ambos lados de la carretera. En la travesía se encuentran los edificios más significativos. El primero la iglesia de San Juan, con portada renacentista y torre de planta cuadrada rematada con cúpula semiesférica. Más adelante se alza la casa consistorial. Destaca el edificio por su fachada de ladrillo, con lonja abierta en su parte inferior con arcos de medio punto sobre columnas toscanas. En la parte superior se alza la planta principal coronada por la tradicional galería de arcos de medio punto. Frente al ayuntamiento resta la única puerta del recinto amurallado que se conserva, protegida por una torre que se alza sobre ella. En la parte inferior se abre un arco apuntado que da acceso al puente medieval el cual atraviesa el río Manubles. El pavimento empedrado de este rincón, unido a lo robusto del pequeño puente lo convierten en uno de los rincones más pintorescos de la localidad. Volviendo a la travesía resta por visitar la iglesia de Nuestra Señora del Hortal. Destaca su magnífica portada gótica que se cubre con arco conopial flanqueada por dos pináculos de bella factura. También se puede acceder a los restos de su castillo. Desde la parte trasera del ayuntamiento y tras abandonar las últimas casas, la vereda bordea corrales hasta alcanzar las ruinas del recinto defensivo. Desde este punto se disfruta de una de las estampas más bellas y completas de la localidad. El casco urbano salpicado por sus tres torres y rodeado por las bodegas y la vega.

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Para la tarde se propone continuar recorriendo el valle del río Manubles. Diez kilómetros separan la anterior población de Bijuesca. La travesía pasa a los pies del acceso de la iglesia parroquial de San Miguel, construcción que data del siglo XVII pero que conserva el ábside de su etapa románica. Junto a la torre se encuentra el frontón y el ayuntamiento. En este lugar desemboca una rambla de la cual parten varias calles que conducen a la ermita de la Virgen del Castillo. Precisamente de la fortaleza fue reaprovechada como campanario una torre de planta cuadrada que se remata con almenas. El castillo, motivo de disputa entre castellanos y aragoneses, se encuentra en un espolón rocoso bordeado por un meandro del río Manubles. Conserva muros con almenas y saeteras, reforzados con dos torreones cuadrados. Una de ellas le sirve de acceso mediante un paso inferior en recodo, elemento de tradición musulmana. Las vistas de la vega del Manubles desde la parte alta son espléndidas.

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Una vez abandonada la población, se pasa junto a una nave donde se encuentra una báscula para vehículos pesados. Desde este punto parte una pista cementada que en unos minutos conduce a uno de los rincones más bellos del recorrido del río Manubles. Se trata del Pozo de los Chorros. Una cascada se precipita en un rincón rodeado de vegetación y a sus pies un gran pozo de cristalinas aguas. Desde este punto se puede avistar también la silueta del castillo de Bijuesca.

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La carretera continúa en dirección a Berdejo, situado a tan sólo cuatro kilómetros. El pueblo se encuentra en la margen izquierda del río Manubles, emplazado a casi mil metros de altura. Ascendiendo por las empinadas calles se llega hasta la antigua casa consistorial, edificio que data de 1598. En la planta baja se abre una lonja de dos naves, con tres arcos interiores sustentan el espacio. Sobre ella una planta de ladrillo con ventanas y un balcón central. A escasos metros se encuentra la iglesia de San Millán. Precisamente en este lugar nació este santo en el año 473. Pastor de ovejas, se convirtió en sacerdote y eremita. Se asentó a cuatro kilómetros donde comenzó a fraguar una comunidad religiosa, que daría lugar a la actual población de Torrelapaja. Este santo es más conocido por San Millán de la Cogolla, llamado así el monasterio benedictino que fundó en La Rioja. En cuanto a la iglesia, de su etapa románica conserva el ábside románico el cual se encarama sobre unos riscos que se descuelgan a gran altura. El resto de la fábrica pertenece al siglo XVII. Desde este lugar se puede ascender a la antigua fortaleza. Tiene planta trapezoidal y conserva los muros que en buena parte desafían el acantilado que lo bordea. En el costado este, se encuentra el acceso en recodo bajo una torre de planta cuadrada. En el otro lado del peñasco se alzan otras dos torres rectangulares de menores dimensiones.

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Al día siguiente la visita se traslada a la ribera del Ribota. Para ello se toma la carretera nacional que parte de Calatayud y que coge dirección a Soria. A unos diez kilómetros parte el ramal que conduce a Torralba de Ribota. El topónimo de la localidad tiene su origen en la torre de su antiguo recinto defensivo situada en pleno casco urbano, la  torre alba o blanca. La carretera desemboca en la calle mayor, donde se encuentra la casa consistorial. A la derecha la calle principal se encamina hacia la parte alta de la localidad, donde se emplaza la iglesia de San Félix, construida en el siglo XIV. Se trata de uno de los ejemplos más sobresalientes del mudéjar aragonés. Sobre la fábrica de aspecto militar se levantan cuatro torrecillas con pasos comunicados que se abren con arcos. En la fachada de los pies además se levantan otras dos torres, una de ellas mayor que se culmina con chapitel apuntado. En su interior la iglesia conserva su estructura y decoración mudéjares. Cuenta con una nave cubierta con bóveda de crucería y en la cabecera se abren tres ábsides mediante tres arcos apuntados. El conjunto de muros y bóvedas aparecen decorados con pinturas y esgrafiados. A los pies se levanta el coro añadido en el siglo XV bajo el cual luce un artesonado policromado.

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Un poco más adelante en la carretera nacional parte el desvío que sirve de acceso a Aniñón. Desde lo lejos se avista una amplia panorámica del casco urbano, del que sobresale el impresionante conjunto de la iglesia. Ascendiendo a la parte alta de la población se alcanza el lugar ocupado por el antiguo castillo. Todavía se conserva parte del recinto almenado que lo rodeaba, así como un arco de medio punto que sirve de antesala a la iglesia parroquial. Sobre la fortaleza se levantó la primera fábrica de la iglesia de Nuestra Señora del Castillo. En el año 1283 se inició la construcción, de la cual resta el excelente muro con decoración mudéjar y la torre. Un incendio destruyó el resto de la iglesia, y las obras de reconstrucción se prolongaron hasta finales del siglo XVI. Al exterior sobresale un muro, uno de los más grandes y mejor decorados del arte mudéjar. En él aparecen cuatro contrafuertes prismáticos y se divide con tres impostas horizontales delimitando el espacio de los paños. En ellos se desarrolla una abundante decoración mudéjar con dientes de sierra, ventanas de arco apuntado y cerámica, todo ello en ladrillo. Se completa con cerámica vidriada. La torre mudéjar se eleva a gran altura. El primer cuerpo está decorado con rombos, bandas en zigzag y arcos mixtilíneos entrecruzados. El segundo cuerpo es el de las campanas, con dos arcos apuntados además de una galería de cinco arcos de menor tamaño. En el siglo XVI fue añadido un tercer cuerpo en el cual se intenta continuar con la misma estructura, aunque sin decoración mudéjar.

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Se abandona la población por otra carretera, la cual conduce directamente a Cervera de la Cañada. En la parte alta está la iglesia de Santa Tecla, a cuyo recinto se accede por un arco de la muralla del antiguo castillo. Se trata de un excelente mirador, con la población a los pies, y la sierra de los Armantes al fondo. La construcción fue llevada a cabo aprovechando muros del castillo. En su interior cuenta con una nave que se cubre con bóveda de crucería. En los muros y bóvedas conserva pinturas del siglo XV. Las ventanas que iluminan el interior se componen de dos arcos ojivales con decoración mudéjar. A los pies se levanta el coro elevado sobre un artesonado policromado con tracerías góticas. El pretil presenta rica decoración mudéjar a base de calados de lazos y rosetas.

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Y para completar el fin de semana se propone acercarse hasta Malanquilla, ya en la frontera con tierras castellanas. Desde la carretera nacional, un ramal de menos de tres kilómetros sirve de acceso a la población. Poco antes de alcanzar las primeras casas, a mano izquierda aparece un molino de viento. Fue restaurado en el año 1990, pasando a formar parte de uno de los monumentos más representativos de la población. Además es uno de los pocos en pie que se encuentran en la geografía aragonesa. Se trata de un molino de viento del siglo XVI, de planta circular cuya altura es de unos nueve metros. Al interior se accede mediante una escalera de caracol hasta la planta alta, donde el movimiento de las aspas de doce metros de longitud se transmite a las dos piedras, volandera y solera, entre las cuales se muele el grano. Un tejado circular en donde se acoplan las aspas proporciona el típico aspecto a este tipo de construcciones. En el casco urbano destaca una gran plaza donde se alza el ayuntamiento y la iglesia de la Asunción. La portada renacentista se guarece por un porche, y la torre de planta cuadrada se culmina con un chapitel realizado en piedra sillar.

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FINES DE SEMANA Ribagorza

Noguera Ribagorzana, el río más oriental de Aragón

El río Noguera Ribagorzana nace en las cercanías de la cumbre más alta de los Pirineos, el Aneto. Durante buena parte de su recorrido sirve de frontera entre Aragón y Cataluña. En su tramo medio se concentran dos poblaciones históricamente muy importantes para la Ribagorza. Sopeira con el monasterio de Alaón que hunde sus orígenes en el siglo VIII y Arén/Areny que cuenta con las ruinas de un castillo cristiano documentado en el siglo IX.
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Para acceder al valle del Noguera Ribagorzana es necesario alcanzar la población de Benabarre/Benavarri donde confluyen dos carreteras nacionales, una proveniente de Barbastro y otra de Lérida/Lleida. Una única ruta desciende desde este punto hasta el valle del Noguera Ribagorzana alcanzando Puente de Montañana/Lo Pont de Montanyana. Una vez recorridos poco más de veinte kilómetros desde esta población se toma un desvío a la izquierda para adentrarse en el barranco de Aulet. La última de las poblaciones es Betesa. Se emplaza en lo alto del valle, a 1100 metros de altitud. Como antesala al casco urbano, se alza la torre de la iglesia de San Juan Evangelista rodeada de un prado. Aunque de origen románico, apenas quedan restos y su fábrica actual se debe al siglo XVIII. Este pequeño enclave consta de una calle situada bajo el roquedo donde hubo una antigua fortaleza. En el arranque aparece un arco, y dicha calle termina en una plazoleta. En su trazado se puede saborear una arquitectura de montaña rústica y pintoresca al mismo tiempo.

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Desde esta localidad parte una pista que conduce a la aldea deshabitada de Santa Eulalia/Santolaria. Tras ascender y superar un pequeño portillo se alcanza la parte alta. Después de media hora de paseo, se pasa cerca de la iglesia, aislada del núcleo.

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DIFICULTAD

30 min (ida)

150 m

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Es de factura tardo románica del siglo XIII. Se compone de una nave que culmina con cabecera semicircular. La portada está formada por dos arquivoltas, capiteles decorados y se completa con un crismón trinitario. Continuando un poco más adelante, sobre un escarpe rocoso se alza la única vivienda rodeada de sus construcciones auxiliares en estado de ruina. Sin embargo la vista de Betesa y el paisaje que lo rodea es suficiente para acercarse hasta este lugar.

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Para la tarde se recomienda la visita de Sopeira. El pueblo, con la sierra de San Gervás a sus espaldas y las casas apiñadas en una ladera que se deslizan hasta el río represado ofrece una bella estampa. Un paseo por su interior descubre calles estrechas y empinadas donde se pueden encontrar algunos rincones pintorescos por el aspecto tradicional de sus viviendas. También es posible acercarse al embalse de Sopeira, donde hay instalaciones deportivas y un embarcadero.

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Cerca del casco urbano se emplaza uno de los enclaves históricos más importantes de la Ribagorza. El origen del Monasterio de Alaón se remonta a una comunidad religiosa en época visigótica antes del siglo VIII. En el siglo IX se consagró el monasterio por el obispo Sisebuto, perteneciendo ya al condado de la Ribagorza. Durante este periodo fue llevado a cabo el cartulario de Alaón, un archivo de una gran importancia histórica que contiene la mayor parte de la documentación de los condados de Pallars y Ribagorza de la época carolingia. En el año 1068 el obispo Raimundo Dalmacio reorganizó el monasterio tras décadas de desorden eclesiástico debido a sus avatares históricos. Inició una nueva etapa en la redacción de documentos y participó activamente en la reconquista. La importancia del monasterio fue aumentando y participaba en asuntos políticos tanto de las cortes aragonesas como de las catalanas. A partir del siglo XVII las guerras hicieron que perdiera buena parte de los bienes que había ido adquiriendo tras siglos de esplendor. Finalmente la desamortización de Mendizábal puso el fin a la vida religiosa en el lugar. Del antiguo monasterio sólo resta la iglesia monacal llevada a cabo entre 1103 y 1123. Al exterior muestra las tres naves, más alta la central. Los muros están decorados con arquerías ciegas y sobre ellas una banda de ajedrezado jaqués, bajo el tejado de pizarra. En la parte trasera de la iglesia se levanta la torre, que data del siglo XVIII. Las tres naves se culminan por sendos ábsides semicirculares. En el interior el altar aparece elevado respecto al resto de la iglesia, y destaca por su pavimento original que luce colores blanco, negro, rojo, gris y amarillo, siendo uno de los más importantes en su especie debido a su antigüedad. Bajo el mismo se encuentra la cripta, único resto de la etapa constructiva inicial.

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Para completar la visita a este precioso enclave se puede realizar un agradable paseo que recorre el Camí de l´Aubaga. Partiendo de la parte trasera del monasterio, en unos cinco minutos se alcanza el Pont de Dalt. Este esbelto puente románico cuenta con tres vanos en gradación y muros que protegen el vial. En la margen izquierda del río, junto a la central hidroeléctrica, parte un camino que recorre la orilla del embalse de Sopeira. En su recorrido se atraviesa vegetación de ribera en su primer tramo, restos de antiguos olivos y más tarde bajo una zona más rocosa. A lo largo del recorrido se han acondicionado varios lugares de descanso siendo uno de los atractivos de este paseo las vistas del monasterio y del pueblo de Sopeira.

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Para el domingo se propone la visita de la población de Arén/Areny. El acceso a la localidad introduce directamente al centro. Allí se emplaza la iglesia de San Martín, construcción barroca que se levantó entre 1717 y 1730. Su elemento más singular es la torre de planta cuadrada en su primer cuerpo y achaflanada en el siguiente. A la izquierda parte la calle Mayor, la cual introduce en el casco antiguo a través del arco de San Simó. En este entorno abundan arcos, túneles y otros elementos arquitectónicos pintorescos. Pero el lugar más emblemático es la plaza Mayor. El perímetro aparece en su mayor parte porticado, con edificios civiles como casa el Chico, casa Pere Chuan y la Casa del Gobernador.

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Avanzando por la calle principal se pasa junto al antiguo ayuntamiento, convertido tras su rehabilitación en la sede del Museo de los Dinosaurios. De la antigua Casa de la Vila se conserva el portal dovelado y el escudo. En su interior alberga más de 500 m2 de exposición donde, a través de dioramas, objetos, reconstrucciones y audiovisuales, se viaja hasta un pasado de hace más de 65 millones de años con la ayuda de la paleontología. La visita al museo se puede completar sobre el terreno con un yacimiento de icnitas, situado en las inmediaciones del casco urbano. Para acceder al mismo se sale de la localidad por la calle de La Cruz. Al final, tras una nave industrial arranca el sendero que acerca en unos metros al yacimiento, donde se pueden observar varias huellas de dinosaurio.

Para la tarde se propone para completar la visión de la localidad ascender hasta las ruinas el castillo de Arén/Areny. Se toma un sendero que arranca de la parte alta de la localidad y se encamina a la fortaleza cristiana documentada en el año 823. Hasta el año 1740 estuvo activo, fecha en que dejó de tener gobernador propio. Ahora sólo quedan restos de sus muros defensivos y de un torreón rectangular. El elemento más visible a lo lejos es el esqueleto de la portada de acceso a la iglesia del castillo, acompañado de numerosas tumbas antropomorfas que se disponen a su alrededor. Las vistas desde el emplazamiento ofrecen una panorámica completa de la población y de su entorno.

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FINES DE SEMANA Monegros

Sariñena y Sigena, mezcla de vergel y estepa

La comarca de los Monegros guarda tesoros como el Monasterio de Sigena, muy diezmado y maltratado por la historia. Pero también otros con un futuro prometedor como la Cartuja de Nuestra Señora de Fuentes, cuyas obras de restauración ya han comenzado. La aridez de estas tierras tiene el contrapunto de las riberas del río Alcanadre y la laguna de Sariñena, un humedal de gran importancia para las aves.
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.La ruta que se adentra en los Monegros parte de la capital zaragozana atravesando Villamayor de Gállego. Poco a poco comienza el ascenso para flanquear la Sierra de Alcubierre. Al otro lado se mezcla la estepa original con los campos de regadío, gracias al agua que porta el canal de los Monegros desde hace sólo unas décadas. Después de atravesar Sariñena por estrechas calles se toma dirección a Fraga. Una vez superada la ribera del río Alcanadre, surge el desvío en dirección a Castelflorite. Junto a la carretera se alza la iglesia de San Miguel. Aunque la obra actual es del siglo XVII, quedan los restos de la fábrica inicial románica del siglo XII, como así lo atestigua su ábside semicircular. Desde la plaza se puede ascender de manera cómoda gracias a un sendero acondicionado hasta una pequeña elevación de piedra de arenisca, que conserva escasos restos de un castillo. Desde su parte alta se divisa todo el pueblo, rodeado por amplias llanuras. En este paisaje monegrino emerge de la llanura el saso de Santa Cruz. Se trata de una gran formación elevada unos cien metros y rodeada de escarpes. 

Una carretera en dirección a Sena conduce de nuevo a la vega del río Alcanadre. En medio de la huerta está el Monasterio de Sigena. El origen del topónimo procede de una finca romana llamada Sexiena. En 1183 la reina Sancha, mujer de Alfonso II de Aragón, decide crear un monasterio donde poder recluir las hijas de la nobleza. Se creó un monasterio dúplice, en el cual había dos organizaciones religiosas, una masculina y otra femenina. Tras muchos siglos de vida religiosa y prosperidad económica gracias a las donaciones y privilegios con los que fue dotado el monasterio, llegó la época de destrucción del cenobio. El paso de las guerras, varios incendios, la desamortización de Mendizábal y la venta irregular de obras de arte han hecho perder la mayor parte de la riqueza artística del monasterio. En la actualidad está ocupado por las monjas de la Orden de Nuestra Señora de Belén. Una vez atravesada la portería, la visita comienza ante la majestuosa portada, que sirve de acceso a la iglesia. Se compone de catorce arquivoltas de medio punto. Éstas se apoyan en columnas de fuste cilíndrico y capiteles lisos.

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La iglesia fue levantada en planta rectangular, y su cabecera estaba compuesta de tres ábsides semicirculares de los que restan dos. La nave se cubre con bóveda de medio cañón. En uno de los brazos laterales está el panteón real. Alberga cuatro arcasolios enmarcados por un arco de medio punto moldurado. En los sarcófagos se depositaron los restos de la fundadora, Doña Sancha, y de su hija Doña Dulce. También se enterró a su hijo primogénito, el rey Pedro II el Católico que falleció en la batalla de Muret en 1213. Fueron profanados durante la guerra de la Independencia y se destruyeron las pinturas con las que estuvieron decorados. A los pies de la iglesia se accede al refectorio. Se trata de una gran sala cubierta con arcadas góticas, antaño usada como comedor y ahora reconvertida en capilla. Adosado a la iglesia se encuentra el claustro de planta cuadrada. Sólo se conserva en pie parte del mismo y desde él se accede a la sala capitular. Ésta fue la estancia que tuvo mayor riqueza artística del monasterio. Tanto los cinco arcos que sostienen la techumbre como las paredes se encontraban cubiertas por pinturas, cuyos restos maltratados por la humedad y los avatares históricos se encuentran en Barcelona. Se trata de una obra capital de la Edad Media realizada en la primera mitad del siglo XIII.

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Por la tarde se propone la visita a la población de Villanueva de Sigena, a unos dos kilómetros del monasterio. En el centro se abre una gran plaza donde se encuentra la iglesia de Santo Domingo y el Salvador. De la obra gótica destacan la portada se compone de arquivoltas apuntadas y la torre que se remata con chapitel apuntado. En los jardines destaca la escultura de Miguel Servet, ilustre vecino que nació en esta población.

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Su casa natal ha sido acondicionada como el Centro de Interpretación de Miguel Servet. Una vez atravesado el portal aparece un zaguán, con suelo de cantos rodados y dos aljibes. En la bodega se muestra un vídeo sobre el insigne aragonés. La planta noble habla de su vida mediante paneles explicativos, y se reproduce una farmacia y un laboratorio de alquimia. El granero se utiliza como sala de exposiciones. Este médico, filósofo y teólogo aragonés descubrió el sistema de circulación menor de la sangre en el ser humano. Nació en la localidad en 1511 y adolescente marcha a Toulouse donde entra en contacto con las doctrinas de la Reforma. En 1529 viaja a Italia donde recibe la aportación de la corriente humanista. Sus primeras obras las publica a partir de 1531, “De Trinitatis Erroribus” y “Dialogorum Trinitate”, en las que niega la concepción sobre el dogma de la Trinidad. Entonces comienza el desprecio por parte de católicos y protestantes. Continúa su andadura europea, y estudia medicina en París. En su principal obra, “Christianismi Restitutio”, reafirma el rechazo al dogma de la Trinidad, y describe por primera vez la circulación menor de la sangre. Por esto último recibe el reconocimiento universal, pero sin embargo comienza la carrera de Calvino por su polémica doctrinal. Finalmente es quemado en la hoguera en agosto de 1553 en Ginebra, acusado de herejía, por negar el dogma de la Trinidad.

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Si sobra tiempo el sábado por la tarde una buena opción es ver el atardecer en la laguna de Sariñena, y para ello sólo es necesario acercarse en vehículo hasta el centro de interpretación situado a escasa distancia de Sariñena, en la carretera que toma dirección a Zaragoza. Desde esta posición elevada, con la laguna a los pies, se puede disfrutar de una combinación de colores que se ven reflejados en la lámina de agua.

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El domingo por la mañana se propone visitar la Laguna de Sariñena. El pequeño centro de interpretación sirve para descubrir los valores naturales de este espacio natural. Hasta hace unas décadas se trataba de una pequeña balsa de agua salada. En los últimos años recibe las aguas sobrantes procedentes del riego, lo cual ha provocado el aumento de su superficie de manera considerable. Ahora ocupa 200 hectáreas y es la segunda laguna más importante de Aragón después de Gallocanta. También la calidad del agua ha variado, disminuyendo su salinidad y convirtiéndose en una laguna de agua dulce. En todo su perímetro abundan los carrizales. En cuanto a la fauna abundan peces, anfibios, reptiles y mamíferos. Pero el capítulo más destacado lo constituyen las aves que la utilizan como lugar de cría, así como las aves migratorias que ocupan la laguna en determinadas épocas de año. Con la información del centro, desde el cual es posible el avistamiento de aves, se recomienda acceder a uno de los observatorios situado al nivel de la laguna. Allí es posible apreciar de cerca tanto la vegetación como las aves en su entorno natural sin ser molestadas.

El resto de la mañana se puede dedicar a descubrir una cartuja emplazada en plena estepa monegrina. Desde Sariñena se toma la carretera que conduce a Lanaja. En la travesía hay que tomar un desvío en dirección a Pallaruelo de Monegros. Cuatro kilómetros después parte el desvío a la Cartuja de Nuestra Señora de Fuentes. Fue fundada a principios del siglo XVI por los condes de Sástago. Los monjes que vinieron a habitar la cartuja la abandonaron en 1563 debido a la aridez del clima y la mala calidad del agua. Se trasladaron a la ribera baja del Gállego fundando la Cartuja de Aula Dei. Durante el siglo siglo XVIII se erigió un nuevo monasterio, el cual estuvo habitado hasta la desamortización de Mendizábal en el año 1835. La cartuja está delimitada por una muralla de tapial y ladrillo, cuyo acceso se realiza por la portería. El amplio recinto interior está ocupado por varios edificios, con la iglesia en la parte central. Su nave se cubre con bóveda de lunetos, y sobre el crucero se alza una cúpula sobre pechinas. Adosado se encuentra el claustro de capillas, las cuales servían para celebrar misas individuales por parte de los monjes. Los interiores del conjunto monástico fueron pintados al fresco por fray Manuel Bayeu, cuñado de Goya. Se conservan unas 250 composiciones, algunas de ellas en mal estado de conservación. Se distribuyen por la iglesia, capilla del sagrario y claustro de las capillas completando un conjunto pictórico de 2.000 metros cuadrados de superficie de gran valor artístico.

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Por la tarde se propone un paseo por la capital de los Monegros, Sariñena, cuya población supera los cuatro mil habitantes. La oficina de turismo está situada junto a la Casa de la Laguna, en la calle Gasset. Este caserón aragonés alberga en su interior una muestra etnológica reproduciendo estancias como el zaguán, un aposento y la cocina. Y en la parte alta cuenta con dos salas de exposición temporales. Desde aquí se puede acercar al centro de la población donde se encuentra la iglesia de San Salvador. Fue levantada en el siglo XVII, ejemplo de arquitectura neoclásica aragonesa. De la plaza, parte la calle del mercado mediante un trazado irregular. En ella se levantan edificios de diferente época, los cuales tienen como nexo de unión los porches situados en su parte baja.

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Cinco Villas EXCURSIONES

Ejea de los Caballeros, el agua como motor de desarrollo

La capital de las Cinco Villas, con una población que ronda los 16.000 habitantes, constituye uno de los núcleos más poblados de Aragón. Su historia ha estado ligada a la agricultura desde sus orígenes. El momento clave fue la llegada del canal de Bardenas, y el posterior desarrollo industrial ligado a la maquinaria agrícola. La visita se completa con el castillo de Sora, uno de los más espectaculares y desconocidos de nuestra tierra.
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La ruta natural de acceso a las Cinco Villas parte de la ribera Alta del Ebro, pasando por las poblaciones de Alagón o Gallur. Enseguida se rebasa la primera de las villas, Tauste. Remontando el río Arba, cuyo trazado se diluye entre amplios campos de regadío, en poco más de veinte kilómetros se alcanza Ejea de los Caballeros. Sekia, Segia, Egessa, Siya, Exea y Ejea, hasta llegar al topónimo actual. Sus denominaciones marcan la dilatada historia del emplazamiento y los variados pueblos que la han habitado.

La primera parada está situada justo antes de alcanzar el casco urbano. En una rotonda aparecen señalizados la Ciudad del Agua y el Museo Aquagraria. Se trata del museo agrícola más espectacular de España. Cuenta con unas instalaciones amplias y modernas. En su primera parte, mediante pantallas se muestran una serie de vídeos que analizan la influencia del agua en el desarrollo y el progreso humano. En la salas posteriores se analiza la importancia del agua en el progreso social y económico de Ejea de los Caballeros, desde sus orígenes hasta la construcción del canal de las Bardenas. La zona más amplia ofrece al visitante una extensa colección de maquinaria agrícola antigua, desde el arado hasta la tecnología digital. Las reparaciones de las máquinas provenientes del extranjero forjaron una industria muy pujante en la localidad. Un gran número de vehículos todavía se conservan en uso y está permitido a los visitantes más curiosos montar en ellos, con lo que la experiencia se vuelve más atractiva.

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Para comenzar la visita al centro de la localidad, la oficina de turismo es un buen punto de partida. Frente a ella se alza iglesia de San Salvador, la más importante desde el punto de vista artístico. Fue construida entre los siglos XII y el XIII. La portada principal se abre a la plaza que engalana la iglesia. Está compuesta de tres arquivoltas que se apoyan sobre capiteles con decoración animal. El elemento exterior más atractivo es la torre coetánea a la construcción. Ésta presenta planta cuadrada y en la parte alta se remata con matacanes defensivos. En las esquinas luce garitones, y se culmina el conjunto con almenas. Es interesante acceder a su interior a través de la puerta norte, otra bella portada románica. El conjunto restaurado permite ver la evolución arquitectónica de la iglesia, y admirar el magnífico retablo llevado a cabo entre 1438 y 1476, bajo estilo gótico internacional.

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Desde la plaza parte la calle Mediavilla. A lo largo de su trazado se levantan edificios interesantes como la casa del Carlista. Tiene la típica estructura de un palacio renacentista aragonés, con fachada de ladrillo culminada con galería de arcos de medio punto bajo el alero. Más adelante, tras atravesar un arco, se accede a la plaza de España. Se trata un amplio espacio en cuyos costados se abren porches. Desde el extremo contrario por el que se ha accedido una calle estrecha asciende hasta alcanzar la iglesia de Santa María de la Corona. Se sitúa en el lugar más alto de la villa. También fue levantada entre los siglos XII y XIII. La portada románica está en el muro sur, y se protege mediante un pequeño pórtico. Se compone de cuatro arquivoltas decoradas con zigzag y rombos. Las columnas lucen formas estriadas, vegetales y geométricas. La torre tiene un cuerpo de la época románica, al que se le añadieron posteriormente dos más en planta cuadrada y un remate octogonal.

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Paseando por el barrio de la Corona, se alcanza la plaza del Rufián, donde está el centro expositivo La Espiral. En su interior los pequeños espacios se distribuyen alrededor de una espiral descendente, donde se explica toda la historia de Ejea, desde sus orígenes hasta la actualidad. Se trata de un buen lugar para conocer de una manera sencilla y visual la amplia trayectoria histórica de la capital de las Cinco Villas.

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Después de una intensa mañana de visita cultural en Ejea de los Caballeros, para la tarde se propone una opción completamente diferente. Se deja la población en dirección a Zaragoza. En poco más de un kilómetro es necesario tomar la carretera que conduce a Castejón de Valdejasa. Doce kilómetros y medio más tarde parte una pista a mano izquierda que conduce a la paridera del Castillo en unos minutos. Allí debe dejarse el vehículo. Desde este punto un camino de acceso restringido conduce al Castillo de Sora. Un kilómetro y medio de ascenso y se corona la estribación del monte de Sora, donde se asienta la fortaleza. Aunque los orígenes del recinto defensivo datan del siglo XII, en el siglo XVI fue ampliado por el conde de Ribagorza. Está situado en una elevación con defensa natural, y sus cimientos son la propia piedra caliza. Quedan restos de su recinto amurallado, con dos torreones en los extremos, que protegen el lado de más fácil acceso. El elemento más importante es la torre del Homenaje. De doce metros de lado, constaba de tres plantas, aunque sólo se conserva la bóveda de medio cañón que cierra el interior de la torre. En sus muros se abren ventanas arquitrabadas. Además de la espectacular estampa del castillo, desde este enclave se puede divisar las llanuras esteparias de Luna, Erla y Castejón, un motivo más para no dejar de visitar este lugar tan espectacular y desconocido.

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EXCURSIONES Matarraña/Matarranya

Peñarroya de Tastavins, entre el Masmut y el Tastavins

Al sur de la comarca del Matarraña/Matarranya se encuentra la localidad de Peñarroya de Tastavins/Pena-Roja de Tastavins, que cuenta con una infraestructura museística muy variada y completa. Se asienta en la cabecera del río Tastavins, afluente del río Matarraña/Matarranya, y que junto a él vertebran su territorio. Una de sus señas de identidad son las Rocas del Masmut, que junto al río dan nombre a esta población.
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Se accede a esta comarca turolense por la carretera de Alcañiz. Catorce kilómetros después de superar la capital del Bajo Aragón, ésta se divide en dos, hacia Tortosa y Vinaroz. Por ésta última se toma dirección al sur de la comarca del Matarraña/Matarranya. Cerca de la frontera con la Comunidad Valenciana se llega a Monroyo/Mont-roig, desde donde parte la carretera que tras siete kilómetros conducirá a Peñarroya de Tastavins/Pena-Roja de Tastavins. Desde lo lejos se puede apreciar una bella estampa de la localidad compuesta por casas abigarradas en la ladera que se descuelga desde el antiguo castillo, con la esbelta torre de la iglesia en un costado. Su carta de presentación es el Santuario de la Virgen de la Fuente, situado junto al río Tastavins.

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El complejo alberga una hospedería y está formado por varios edificios, siendo su epicentro el precioso claustro en torno a un patio ajardinado. Allí se ubica la oficina de turismo que ofrece al visitante información de la localidad y la comarca. En primer lugar puede visitarse el Centro de Interpretación del Porcino. En su interior se muestra la crianza y explotación actual del cerdo, uno de los motores económicos de la zona. Desde el patio se accede a la ermita, obra del siglo XIV, flanqueando una bella portada gótica. Consta de un arco apuntado compuesto por cuatro arquivoltas. La puerta fue labrada en madera en estilo mudéjar, siendo un ejemplo excepcionalmente conservado. Su interior se cubre con una techumbre mudéjar de madera sobre jacenas que se apoyan en cuatro arcos apuntados de sillería. Aparece decorada con escudos de nobles aragoneses, cruces de la orden de Calatrava, formas geométricas y leyendas religiosas. A escasa distancia y a un nivel inferior, fue construida la ermita barroca durante los siglos XVII y XVII. Bajo la cabecera, al exterior, está la fuente que da nombre al santuario. El agua mana mediante quince caños, los cuales se emplazan en un espacio abierto.

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A dos kilómetros se encuentra el pueblo. Su topónimo procede de los tonos rojizos que aportan las Rocas del Masmut. Situadas a unos tres kilómetros de distancia, desde el casco urbano parte el acceso señalizado. Un pista en buen estado sirve de aproximación. En un cruce intermedio, tomando el ramal derecho en ligero ascenso se alcanza un punto en el que se pasa muy cerca de las paredes rocosas que las conforman. Para alcanzar un mirador sólo resta continuar por la pista en fuerte ascenso. Este último tramo puede realizarse a pie, ya que la distancia es de apenas un kilómetro. Desde este punto se aprecia en toda su magnitud una de las estampas más conocidas de la población. El conglomerado de paredes verticales que supera los cien metros de altura sirve de vivienda a una numerosa colonia de buitres.

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Para la tarde se propone visitar el casco urbano de Peñarroya de Tastavins/Pena-Roja de Tastavins. Un buen punto de comienzo para la visita de la población es el museo paleontológico Inhóspitak, perteneciente al Territorio Dinópolis. En su interior se exhibe una réplica del esqueleto descubierto en la localidad. Se trata de un saurópodo de hace 110 millones de años, bautizado con el nombre Tastavinsaurio. Se completa la exposición con juegos interactivos y una proyección. Desde el extremo de la población en la que se sitúa el museo, una escalinata asciende para tomar la calle principal que deja en la plaza mayor. Está presidida por la iglesia iglesia de Santa María la Mayor, fábrica barroca levantada entre 1727 y 1759. De la parroquial sobresale la torre, con tres cuerpos de cantería, así como la portada se que se guarece con un gran arco de medio punto. Descendiendo a mano derecha parte una calle con unas escalinatas. En ella se alza la Casa Palomo, magnífica muestra de arquitectura civil. Consta de cuatro plantas en sillería, cuya fachada se culmina con gran alero de madera. Dos arcos de medio punto, uno de ellos con escudo, se disponen como acceso en la parte baja. Se completa con balcones de madera o forja, y ventanas con alféizar decorado.

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Un poco más arriba un pequeño ensanchamiento da lugar a la plaza de la Fuente. Una lonja guarece los antiguos lavaderos. Justo encima se abre la plaza donde está ayuntamiento de la localidad. Se trata de un edificio del siglo XV. Junto al acceso aparece un arco de medio punto, el cual da acceso a la antigua cárcel. Fue construida en el siglo XVI. Su interior está compuesto de tres estancias intercomunicadas. En la plaza sobresalen algunos edificios con bellas balconadas de madera.

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Una calle ascendente conduce al museo Lo Masmut. Alberga una muestra etnográfica muy completa. Gracias a los objetos en desuso recogidos por los vecinos se recrea la vida cotidiana y los trabajos realizados por las gentes de antes. Para ello ha sido necesario rehabilitar dos viviendas conservando la antigua estructura y manteniendo las viejas estancias.

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Ya cerca de la parte alta de la localidad, se puede alcanzar la muela en la cual estuvo el castillo. En la actualidad sirve de mirador, con amplias vistas del paisaje circundante por encima de los tejados de la localidad. Si todavía resta tiempo puede visitarse el Parque Aragonés de la Vivienda Rural. En uno de los costados del promontorio se ha acondicionado este espacio de acceso libre. Un pequeño túnel entre rocas conocido en el lugar como Lo Trenc hace de entrada. Un paseo al abrigo rocoso se flanquea de viviendas de diferentes épocas ordenadas de manera cronológica. En primer lugar una cueva rupestre, al que le siguen un tipi, un torreón íbero, una domus romana y finalmente un arco mozárabe, donde termina el recorrido. Volviendo a la población durante el paseo se continúa saboreando el ambiente pintoresco de sus viviendas. Descendiendo por la calle Alta se atraviesa el portal-capilla de la Virgen del Carmen perteneciente al antiguo recinto defensivo. El recorrido de vuelta tiene como punto final la plaza de la iglesia.

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EXCURSIONES Monegros

Sierra de Alcubierre, la cima de los Monegros

La Sierra de Alcubierre, situada al sur de la comarca de los Monegros, se eleva sobre un terreno estepario, dominado por la escasa vegetación sólo truncada por los pinares y las sabinas aisladas. A caballo entre las provincias de Zaragoza y Huesca, también fue la línea divisoria entre los frentes nacional y republicano durante la guerra civil dando lugar a uno de los episodios más largos y dramáticos de la contienda, el Frente de Aragón.
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A los Monegros se accede desde la ciudad de Zaragoza por la carretera de Sariñena. Tras superar Villamayor de Gállego, se dejan atrás los campos de regadío y surgen las tierras esteparias que acompañarán en todo momento el recorrido. Campos de cereal se alteran con montes escasos de vegetación. Los pinos comienzan a aparecer al ascender el puerto de Alcubierre, que marca la divisoria entre las provincias de Zaragoza y Huesca. Éste fue el escenario durante la guerra civil del Frente de Aragón. Durante quince meses en el mismo lugar se enfrentaron las tropas nacionales y las republicanas, entre octubre de 1936 y marzo de 1938. Tras rebasar el puerto, en el kilómetro 33,5 aparece el letrero que indica la Ruta de las Tres Huegas, donde se encuentran los restos de las posiciones franquistas. Su nombre hace referencia a la separación de los términos de Robres, Alcubierre y Leciñena. En un cruce cercano se toma el ramal izquierdo. Poco después un panel de interpretación describe los elementos que se han recuperado. A escasos metros se accede a una trinchera que cuenta con un abrigo cubierto el cual servía de puesto de mando. Volviendo al cartel se puede acceder andando al resto de lugares de interés. A la derecha de la pista aparecen pequeñas cuevas utilizadas como refugio, y a la izquierda un pozo de abastecimiento de agua y un abrigo de descanso para el pelotón. En su interior cuenta con literas de madera. También se puede ascender, desde un pequeño monolito, a dos posiciones elevadas desde donde se puede apreciar la zona defendida por este frente. Volviendo al cruce anterior con el coche, por una pista en buen estado se llega hasta la posición de San Simón. Este lugar es recordado por la avanzadilla republicana que produjo casi un centenar de víctimas, y que fue recuperada rápidamente las tropas nacionales. En la cota más alta se levantó un monumento a los caídos. Desde este lugar las vistas del paisaje son muy amplias.

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Volviendo a la carretera comarcal, y avanzando en dirección a Sariñena, a un kilómetro de distancia surge el próximo desvío señalizado. Una pista con buen firme conduce hasta la Ruta Orwell. La posición republicana fue establecida en el monte Irazo. Aquí estuvo durante varias semanas el escritor británico George Orwell alistado en las milicias del Partido Obrero de Unificación Marxista. El aparcamiento se encuentra contiguo a la zona rehabilitada. Un itinerario circular recorre una trinchera construida con muros de piedra y madera. Al exterior la defensa perimetral está dotada de alambradas. Cuenta con dos pequeños abrigos y un observatorio cubierto para la vigilancia y defensa desde donde se divisan las posiciones franquistas. También tiene varios pozos de tirador protegidos con sacos de tierra. En la parte trasera una caseta más amplia servía de vivac a la tropa. La visita culmina en la parte alta del monte, un mirador desde donde se divisa toda la zona a defender.

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Para complementar la visita a los vestigios recuperados y conocer más sobre uno de los capítulos más tristes de la historia reciente es necesario visitar el Centro de Interpretación de la Guerra Civil en Aragón. A siete kilómetros de Alcubierre se encuentra la población de Robres. En el centro de la localidad, y ubicado en las antiguas escuelas, se emplaza este completo museo que además es la sede de un centro de trabajo para el estudio y documentación del periodo de la República, Guerra Civil y Franquismo. Un audiovisual sirve de introducción y a lo largo de varias salas en tres plantas se ofrece un amplio material documental que describe las diferentes etapas de este periodo histórico y los personajes que en ella intervinieron.

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Después de la comida se propone subir al punto más elevado de la Sierra de Alcubierre. Desde la localidad que da nombre a la sierra parte una pista en buen estado que asciende hasta San Caprasio, el techo de los Monegros. En pleno casco urbano, se toma la calle que parte justo enfrente del arranque de la carretera que conduce a Robres. Enseguida nace un camino que a tres kilómetros y medio pasa junto a las balsas de Pina. Se trata de dos balsas con escasa vegetación y que aparece animada por el croar de las ranas. Avanzando por la pista principal se circula junto a una barranquera con escarpadas paredes de poca altura. En el punto kilométrico 5,7 se toma el ramal principal, a la derecha. En el amplio valle se suceden los campos de cereal. En sus laderas los pinares conforman una estampa paisajística poco conocida de los Monegros. Se alcanza el borde de la meseta y surge un cruce en el km 10,7. La pista gira bruscamente en dirección sureste y debe tomarse dirección izquierda. Zonas de praderas que se alternan con pinares sirven de antesala al promontorio pelado de San Caprasio. La pista asciende vallada en su último tramo hasta el punto geodésico tras recorrer cerca de dieciséis kilómetros. Sólo resta la rampa final hasta la cumbre que se eleva a 838 metros de altitud. Allí se enclava la ermita de San Caprasio rodeada de multitud de antenas que afean este lugar tan agreste. Un panel de interpretación orientado hacia el norte ofrece información sobre la extensa panorámica. Es visible toda la comarca de los Monegros delimitada al norte por las sierras de Guara y Gratal.

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Desde la base del montículo, junto una caseta, parte una senda al borde de los escarpes donde es necesario extremar la precaución. El paisaje hacia el sur ofrece una estampa diferente; pinos raquíticos y escasa vegetación cubren los profundos barrancos en dirección a la llanura del valle del Ebro. Una escalera permite descender a un resalte inferior donde aparecen unas curiosas cuevas. Antaño fueron refugio eventual de pastores y también quedaron asociadas a Mariano Gavín conocido como el bandido Cucaracha. Tras las guerras carlistas se echó a los montes y en 1864 con un amigo realizó los primeros asaltos. Estaban descontentos con el sistema social y la riqueza mal repartida. Se refugiaban en estas cuevas, donde planeaban nuevos ataques. Tras una feroz persecución fue apresado y muerto en un corral de Lanaja en febrero de 1875, tras once años de andadura. Los demás componentes de la banda, más de cuarenta, fueron cayendo en sucesivos años. En 1956 unos monjes se asentaron en Farlete,  y durante ese año trabajaron en las obras del pequeño monasterio rupestre excavando nuevas cuevas y acondicionando las anteriores. Primero excavaron la ermita conocida como cueva de la Salud, una sala alargada y reforzada por robustas vigas, siendo rematada mediante cabecera absidial excavada en la roca. Después se acondicionó la cueva del Cucaracha como cocina junto con un refectorio circular alrededor del cual se excavaron bancos a modo de camastros. Ambas son visitables hoy en día permitiendo al visitante adentrarse en la historia de este curioso rincón monegrino.

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Para completar la visita, ya de vuelta, se propone hacer un alto en Leciñena. Desde su casco urbano parte una pista asfaltada que conduce al Santuario de Nuestra Señora de Magallón. Es un edificio de grandes dimensiones visible desde bien lejos. La historia de la virgen se remonta a 1283 cuando desaparece de su anterior emplazamiento en la ermita de Santa María de Huerta en Magallón, y se aparece al pastor Marcén en un cerro de Leciñena. A pesar de los intentos de los magalloneros la virgen se volvió aparecer en esta localidad monegrina donde se construyó una ermita. Se fue ampliando en los siglos XVI y XVII, y su devoción creció del tal manera que el santuario servía de culto a veintiocho pueblos de las provincias de Zaragoza y Huesca. En el siglo XVIII el santuario llegó a su máximo esplendor y las donaciones de devotos como el duque de Híjar permitieron la ampliación del templo. Durante la guerra de la Independencia un incendio devastó casi por completo del santuario, y en la guerra civil se utilizó como acuartelamiento siendo las consecuencias nefastas. Tras un largo periodo de restauración en la actualidad cuenta con un albergue y el edificio se muestra en excelente estado. Tiene aspecto de hospedería y en algunas partes llega a tener hasta cinco plantas de altura. En la plaza del santuario está el aljibe de nueve metros de altura construido en el año 1560. Se accede al interior a través de un arco que da paso a una escalinata la cual conduce a la planta noble. Al final de un pasillo se accede a la capilla, en cuyo altar mayor se deposita la virgen en el camarín iluminado a través de un ventanal de alabastro.

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Dónde comer y dormir Valle de Canfranc

dondecomerEn el propio alojamiento en el caso de que disponga de cocina-comedor o de servicio de comida.

De campo: Junto a la oficina de turismo de Villanúa hay un pequeño merendero, así como otro señalizado en la carretera, poco antes de llegar a Canfranc-Pueblo.

De restaurante: Para el sábado en Villanúa existen varios restaurantes, y para el domingo Canfranc-Estación cuenta con buen número de ellos.

dondedormirAlojamientos: En todo el valle hay una amplia y diversa oferta hostelera donde elegir.

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Dónde comer y dormir Valle de Bielsa

dondecomerEn el propio alojamiento en el caso de que disponga de cocina-comedor o de servicio de comida.

De campo: Para el sábado hay un merendero situado después de pasar Bielsa en dirección Aínsa. Se accede por el camino al camping Bielsa, junto a la antigua serrería, y se emplaza antes de cruzar el río. Para el domingo se recomienda un merendero situado junto al km 3,5 de la carretera del valle de Pineta.

De restaurante: Para el sábado hay restaurantes en Bielsa y Parzán. Y para el domingo se puede comer en el parador nacional y también hay varios restaurantes en la carretera del valle de Pineta.

Alojamientos: En Bielsa y en los alrededores hay una amplia oferta de apartamentos, hoteles, hostales, casas rurales y campings.

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