El río Valcuerna es el único cauce de agua permanente que nace en los Monegros. A su paso por este valle estepario, flanqueado por cortados de piedra caliza que alternan con laderas menos agrestes, crea un espacio de diversidad que lo convierte en una de las zonas naturales más ricas de la zona. El punto final es su desembocadura en el embalse de Mequinenza, donde la exuberante vegetación invade sus orillas.
La propuesta que recorre el barranco de Valcuerna tiene como punto de partida la localidad de Candasnos. Se emplaza a los pies de la antigua carretera de Barcelona, a 85 kilómetros de Zaragoza y a 25 de Fraga. Esta ruta cicloturista combina el asfalto de una carretera local y la tierra de un camino en buen estado. Dependiendo de la capacidad física puede optarse por realizarla completa o hacer un recorrido más corto, descartando la carretera y evitando así la zona de mayor desnivel situada en este tramo. Esta opción reduce el recorrido a 25 kilómetros en total, con una pendiente más asequible, del 1%, y que recorre el tramo más atractivo de la ruta cicloturista.
LONGITUD |
DESNIVEL |
PENDIENTE |
FIRME |
DIFICULTAD |
35 km (ida y vuelta) |
150 m |
variable |
bueno |
media |
Tras estacionar el vehículo junto a la iglesia parroquial, se toma la calle mayor que atraviesa el centro del pueblo. Desde la plaza del Redondillo, a la derecha, se sale a la antigua travesía. Tomando dirección a Zaragoza, junto a los últimos edificios parte la carretera que conduce a Caspe. El tramo inicial de esta propuesta discurre por esta estrecha carretera con poco tránsito. A un kilómetro y medio se pasa junto a la Laguna de Candasnos, también conocida como Balsa de los Fabares. Es posible aproximarse hasta la orilla donde un pequeño observatorio permite la contemplación de las aves sin molestarlas. El entorno de la lámina de agua está rodeado de carrizo, y abundan las anátidas que permanecen durante todo el año, aunque también sirve de estancia para aves estacionarias.
Volviendo a la carretera, en su trazado rectilíneo atraviesa un paisaje surcado por grandes campos de cultivo de regadío. En su tramo final comienza un acusado descenso por una val sinuosa que desemboca en un amplio valle, el Barranco de Valcuerna. Junto al kilómetro 5 de la carretera, se toma un camino a mano izquierda. Poco a poco comienza un ligero descenso que acompañará en casi toda la ruta. La vegetación esteparia compuesta por sosas y sisallos delimita el trazado del camino.
El valle es amplio y el cauce del arroyo sólo se atisba por la densa franja de los tamarizales. Tres kilómetros después de abandonar el asfalto se atraviesa el Río Valcuerna. Se trata del único río que nace en los Monegros de caudal permanente, en parte gracias a los aportes sobrantes de los regadíos de la zona. Este es el único punto de todo el recorrido en el cual se puede ver el curso fluvial, ya que en todo momento está oculto por el túnel vegetal que hace sus riberas impenetrables.
A partir de aquí la pista recorre la margen derecha del río. Las laderas más cercanas situadas a la derecha son menos acusadas en pendiente, y su cubren con vegetación a base de pinos carrascos y algunas sabinas negras. En la margen opuesta predominan los cortados de piedra caliza mucho más descarnados y agrestes. Una vez recorridos cinco kilómetros de camino se pasa junto al Mas de Mariana, donde se toma la pista de la izquierda que avanza en suave descenso. El valle se va estrechando ligeramente y el barranco queda encajonado escuchándose el rumor de las aguas casi oculto por la vegetación. Merece la pena hacer una alto en el camino una vez recorridos 8,6 kilómetros aproximadamente junto a la Balsa Cosco. Se trata de un pozo de seis metros de diámetro recubierto de piedra de sillar, y acondicionado con una barandilla y unos bancos a su alrededor. Destaca un árbol adosado en uno de sus muros, y unos peldaños de piedra que permiten el descenso a su interior, con una profundidad de unos tres metros.
Se retoma la ruta y poco más adelante, en un cruce, es necesario tomar el ramal izquierdo que conduce sin pérdida hasta el punto final de la ruta. Tras un ligero repecho se alcanza un refugio de pescadores, después de haber recorrido once kilómetros de pista. Este punto se localiza en alto, y cuenta con excelentes vistas de la desembocadura del barranco en el Embalse de Mequinenza.
Es recomendable prolongar la ruta por una pista descendente que arranca antes de llegar al refugio a la derecha. Permite seguir recorriendo durante un kilómetro y medio más la margen derecha del barranco, junto a las orillas del embalse. La vegetación se vuelve más espesa y acompaña a la lámina del agua cuando el embalse está lleno. Se trata de un rincón oculto y de gran belleza, que permite descubrir esta zona agreste y alejada de núcleos urbanos.
Tras la comida y un merecido descanso, por la tarde se propone completar la visión del particular paisaje monegrino con la visita a la Laguna de la Playa. Para ello es necesario tomar la antigua carretera de Barcelona hasta alcanzar la población de Bujaraloz. En pleno casco urbano arranca junto a una balsa la carretera que conduce a Caspe. Tras un kilómetro se coge una carretera más estrecha en dirección a Sástago. A unos diez kilómetros de distancia de Bujaraloz se alcanza el desvío que conduce a la laguna más representativa y de mayor tamaño del conjunto de saladas de Sástago-Bujaraloz. Con una superficie de más de 200 héctáreas el nivel de agua depende de las lluvias y buena parte del año está prácticamente seca cubriéndose por un manto blanco. En sus alrededores yacen las ruinas de los edificios destinados a la explotación de la sal, donde destacan los pozos de extracción de agua salada para inundar las balsas de evaporación de donde se recogía la sal destinada principalmente a salazones.
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