Al sur del Moncayo se emplazan dos poblaciones que presumen de estar situadas en la cara oculta del Moncayo. Así se denomina esta zona alejada de la ruta tradicional de ascenso desde Tarazona y Veruela. Allí el paisaje es agreste y guarda atractivos naturales dignos de visitar, unidos a dos pueblos que conservan sus pequeños encantos.
Esta propuesta se adentra en lo más profundo de la provincia de Zaragoza, ya cerca de tierras sorianas. El acceso remonta el río Aranda desde la población de Morata de Jalón situada a escasa distancia de la Autovía del Nordeste. El primer punto de visita es la pequeña y recoleta población de Purujosa, que se asienta en una espectacular ubicación. Se accede con el vehículo por una calle estrecha y empinada dotada sorprendentemente de un semáforo. En un pequeño ensanche debe dejarse el vehículo y continuar a pie para poder saborear su casco urbano, con casas rústicas de montaña.
Se pasa en el ascenso junto a la pequeña iglesia, acorde con la población. Ya en la parte alta se llega a un mirador donde surge de repente el barranco de la Virgen a los pies. Tras el barranco de Cuartún, afluente del anterior, se divisan las sierras que se descuelgan del Moncayo, en su cara oculta y poco conocida.
Para adentrarse en tierras moncaínas se puede elegir entre dos alternativas. La primera de ellas hasta el Barranco de Cuartún, la más sencilla.
TIEMPO |
DESNIVEL |
DIFICULTAD |
45 min (ida) |
125 m |
baja |
Y también se puede realizar la caminata completa ascendiendo hasta el Collado de la Estaca.
TIEMPO |
DESNIVEL |
DIFICULTAD |
1 h 45 min (ida) |
550 m |
media |
Para ambas opciones es necesario salir de la parte alta de la población donde arranca un sendero descendente en dirección al fondo del barranco de la Virgen. A escasa distancia se emplaza el peirón de la Virgen de la Leche, en la confluencia con el Barranco de Cuartún. Hasta este punto son apenas veinte minutos de recorrido. La senda ahora discurre encajonada por el fondo del cauce seco del barranco. A los cuarenta minutos de marcha, a mano derecha surge uno de los puntos interesantes de la ruta, la Cueva de Cuartún. Su abertura se cierra en su parte baja por un muro de piedra seca, mientras que una puerta permite el acceso al interior de la corraliza con diferentes recintos separados para guardar el ganado. Es interesante adentrarse en la cueva que tiene iluminación natural debido a su altura. Poco más adelante se alcanza un cruce desde donde se divisa al fondo el Cerro del Morrón, punto final de la primera parte de la sencilla caminata.
A partir de este punto se puede prolongar el recorrido hasta el Collado de la Estaca, con un tiempo total de una hora y tres cuartos. En el cruce se toma la pista que en fuerte ascenso alcanza un collado herboso desde donde las vistas de las montañas de los alrededores se amplían. Más adelante desemboca en otra pista mejor acondicionada, la cual continúa un ascenso con varias curvas salvando el desnivel. A la derecha el pinar cubre el paisaje, mientras que a la izquierda de la pista los pastizales libres de árboles permiten una amplia panorámica.
Tras hora y media de caminata se atraviesa una chopera donde se encuentra la Fuente del Col. Cuenta con un muro de donde manan varios chorros con abundante caudal. La pista continúa el ascenso flanqueado por el pinar en uno de sus costados hasta alcanzar remontando las últimas pendientes el collado de la Estaca, situado a 1457 metros de altitud. Desde este punto se puede acceder al cercano pico del Morrón, cuya cumbre se alza a 1731 metros. Destaca su figura por las amplias cuevas situadas a los pies del cerro, que caracterizan desde lejos su figura.
Tras la comida se desciende por la carretera en dirección a la cercana población de Calcena. Cuenta con una bella estampa con el río Isuela que discurre a los pies del casco urbano coronado por la iglesia. Atravesando un arco de medio punto se alcanza la plaza mayor. En la parte alta, y al borde de la cresta rocosa se sitúa la iglesia. La colegiata de Nuestra Señora de Reyes data del siglo XVI en estilo gótico-mudéjar. Debe su importancia a haber sido residencia de los obispos de Tarazona. Llama la atención del visitante la torre mudéjar rematada con cúpula de escamas doradas y los cupulines de las capillas cubiertos con tejas de colores.